"Vine a acompañar a mi hijo Mateo, que arrancó su vida universitaria entre la música y la fotografía y comenzó a estudiar bajo y piano. Y de paso aproveché para culminar dos proyectos españoles en los que participé y están por estrenarse, para iniciar un nuevo proyecto y, en los huecos, para cursar un postgrado de Terapia Gestáltica y un master de Constelaciones Familiares", arranca Martina Gusman (42). "Sí, sí, pese a la pandemia vengo de un año intenso en todo sentido: me convertí en psicóloga, me casé y ahora estoy trabajando y cursando en España", enumera incansable la mujer del cineasta Pablo Trapero (49).
“Sí, antes de regresar a España para filmar, en enero de 2020, aproveché y rendí la tesis que me faltaba. Me refiero al armado, la construcción, la realización y el análisis de un taller para reinserción social de hombres en su último año como detenidos”, señala antes de requerir, como aventón para comentar qué nota sacó, la insistencia del periodista. “¡Nueve!”, ríe quien "sin querer queriendo" terminó cumpliendo la cuarentena en su campo familiar de Luján, donde abundan los frutales y vegetales de siembra casera.
–¿Sin querer queriendo...?
–Llegué de Barcelona dos semanas antes del viernes 19 de marzo, cuando se declaró el aislamiento social, preventivo y obligatorio nacional. Como debía cumplir catorce días de encierro, por provenir de Europa, preparamos las cosas y nos trasladamos a esta chacra, que compramos casi un lustro atrás. “Hasta que no aguantemos el frío”, nos desafiamos. Por suerte, el coronavirus nos encontró juntos.
–¿Cómo transitó en familia tan extraña situación?
–Con la incertidumbre y las dudas de todos, pero bien acompañada por los míos. Este año, Mateo (18), que había culminado quinto y arrancaba su vida adulta, se iba a estudiar afuera. Yo ya sufría el duelo, y de repente recibo el regalo inesperado de compartir las 24 horas con él. Lo mismo respecto a Lucero (4): mientras deja de ser una beba e inicia el vínculo social –aunque sea por Zoom– en el jardín de infantes, alrededor de otros chicos, lo experimento tiempo completo a su lado. Si bien, claro, a ella había que explicarle con la mayor claridad posible algo tan abstracto como lo del “bichito invisible” llamado Covid-19. “¿Cuándo se va a ir?”, preguntaba... Ahora acá ya comenzó el jardín en forma presencial. Así que estoy feliz llevándola durante las mañanas en bicicleta por Barcelona.
–Cuéntenos cómo fue un día típico de confinamiento en lo de los Trapero-Gusman.
–Con horarios diversos. Yo me levantaba temprano, tipo ocho, mi momento de soledad. A las nueve amanecía Pablo. Nos sentábamos en algún lugar de afuera, y desayunábamos. Era un ritual y un instante nuestro. Charlábamos, contemplábamos lo que construimos juntos. Lula se despertaba tipo once y Tute al mediodía. A Pablo le dio por la carpintería (construyó la casita del árbol de la nena, un tobogán, mesas), Lucero tomaba clases online, Mateo componía y cocinaba. Y yo me prendía a cursos del posgrado y, vía remota, a actividades solidarias para la Fundación Sí. Bien variadito...
Siente Martina que la pandemia generó “mucha angustia, un vacío debido a la incertidumbre. Es un cachetazo a lo controlado y programado. Nos pateó el tablero a todos. Ni hablar si a ello le añadís circunstancias sociales y económicas complicadas, que no es nuestro caso. A algunos nos sorprendió con algún ahorro, que nos permitió ir llevándola. Si te rodea un contexto difícil, la angustia aumenta", analiza y continúa:
"Es desestructurante, y entiendo que nos va a dejar una enseñanza, como a conectar más con el presente. Siempre nos aferramos al futuro, planeamos. Quizá aprendamos a iniciar el nuevo día como una nueva oportunidad. Así lo tomamos nosotros”, resume ella, advirtiendo que “casi no salíamos. Salvo Pablo, que cada dos semanas iba por una compra importante al súper, o yo, que me pegaba una escapada cerquita, por si faltaba algo, y me acerqué una vez a la Capital –con barbijo y las prevenciones lógicas– para saludar a mi mamá (Marisa), que cumplía 70 años”.
–¿Qué tareas de la casa le tocaban a usted en suerte?
–Yo hacía todo. De tanto en tanto, Tute y Pablo lavaban los platos. A Lula sólo le pedía que me ayudara a ordenar sus amados muñequitos y juguetes. Sí, admito que los cuatro cocinamos. Mi esposo, asados increíbles. Mi hijo, tremendos guisos y budines de mandarina. Y Lucero y yo nos especializamos en amasados. Desde los ñoquis de calabaza, papa y remolacha hasta fideos, tapas de empanadas y lemon pie... Igual, fluimos en conjunto.
–¿Cómo completaba el día?
–Practicaba yoga Kundalini, que es bastante fuerte y consiste en otra “cuarentena”: se trata de una misma “kriya” (postura o meditación) a lo largo de tres series, es decir 120 días. Además tejía, lo que me permitía un relax mecánico. Plantamos la huerta, ensuciándonos las manos. Leí bastante al catalán Joan Garriga Bacardí, un interesantísimo psicólogo gestáltico. Veía series (This Is Us, Years & Years, Undone, The Night Of y Big Little Lies) y algún filme con Pablo. Él, que puede llegar a terminarse dos películas por día, también solía quedarse a disfrutarlas de noche con Mateo.
–¿Y no se pusieron a filmar una ahí adentro, en equipo?
–La verdad, pensábamos rodar una –o algo– desde casa, pero como veníamos de un año ajetreado –Pablo, de completar la serie Zero Zero Zero para Amazon, por ejemplo–, sólo yo filmé algunas escenas online para una serie española (La Treintena). Sentíamos que la pausa forzada a raíz del coronavirus era una ocasión ideal para parar, conectar con algo terrenal y recargarnos de energía para afrontar los proyectos que se vienen. Sabemos que cuando arranquemos no pararemos. No sólo planeamos una nueva película juntos, producida por Morena Films, sino que además vislumbramos montar un segundo centro laboral de operaciones en Barcelona, donde ahora estamos los cuatro. Así que, entretanto, resolvimos gozar nomás de la compañía mutua... Si bien durante la cuarentena no deseaba estar en ningún otro lado que en el campo, con mi familia, ahora que estamos juntos acá, en España, tampoco quisiera estar en otro lado.
Fotos: Mateo Trapero (@mate_trapero) e Instagram de M.G. y P.T.
Agradecemos a Javier Furgang (The Remake –@theremakenet–).