Tras grabar la segunda temporada de Disney Bia, y sin poder regresar a su país debido al aislamiento producto del coronavirus, la brasileña cuenta sus días de aislamiento en Palermo, junto a su hermana y cargada de actividades. “Hasta cocino platos de mi país. Hay que aprender a adaptarse”, desafía.
“Descubrimos que se pueden hacer un montón de cosas puertas adentro y pasarla bien”, ensaya un balance desde el balcón de su departamento de Palermo. De Palermo, exacto, porque Isabela Soares de Souza (22) está en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, cumpliendo el aislamiento obligatorio desde aquel aparentemente lejano viernes 20 de marzo. Y en plural, porque no se encuentra sola, sino con su hermana. Explica, teléfono en mano: “Casi volvemos a Brasil una semana antes de que se declarara la cuarentena. Sin embargo, distintas actividades laborales detuvieron la partida. Cuando podíamos ya era tarde, y con Leticia (19) lo aceptamos. Si bien nuestros afectos nos aguardan allí, por seguridad decidimos quedarnos. #NosotrasNosQuedamosEnCasa. ¿Acaso la Argentina no es mi otra casa? El 3 de abril cumplí dos años viviendo aquí... Pasó rapidísimo”, puntualiza la morocha nacida el 13 de enero de 1998 en Belo Horizonte, capital del Estado de Minas Gerais, mientras lanza una de sus contagiosas carcajadas.
–Significa que, si bien en esta oportunidad no vino su familia completa como en 2019, para ver a su lado el estreno de la temporada de Bia, tampoco lo experimentó en soledad.
–No, por fortuna. Empecé a vivir sola cuando rodaba Juacas (2017) en Florianópolis, aunque era cerca de casa, el mismo idioma, clima, amigos que nos conocíamos... Admito que ahora mi hermana me ayudó con la ansiedad. Vimos juntas el flamante arranque del programa: en mi cuarto, en pijamas, delante de una tele gigante y comiendo pochoclo. Extrañé un poco la reacción del resto de mi familia, que no comprende tanto el español, y me divierte. Igual no puedo quejarme, porque fue un debut de temporada distinto, y emocionante.
–¿Emocionante?
–Desde un principio la serie se propuso quitar los patrones impuestos y dejarnos jugar a ser quienes somos y queremos ser, ir por donde nos gustaría ir, luchar por los sueños. El reflejo lo dan nuestros seguidores, que nos mandan montones de videos y mensajes por diversas vías, mostrándonos cómo se animaron a tomar clases de una u otra cosa. Así surgió la posibilidad de una segunda temporada, que ya terminamos de rodar y se vino –porque hemos crecido un poco– con más romances, más vueltas, más drama, más emoción.
–¿También con la posibilidad de… más temporadas?
–Creo que sí. Lo espero. Si los fans lo piden, claro que la tendrán.
Acto seguido, y siempre desde el balcón, Isa desanda sus jornadas introspectivas: “Me despierto súper temprano. Mi hermana, en general un poco antes que yo, porque vino a cursar la carrera de Medicina y estudia duro. Desayunamos huevos con palta, una tostada, café y frutas. Hacemos bastante ejercicio. Cocinamos algo de nuestra tierra, como frijoles y arroz; preparamos ensaladas típicas. Nos encanta tomar sol. Vemos películas. ¡No sabes la cantidad de Disney que pusimos...! Es un momento desafiante, en el que hay que aprender a adaptarse”, entiende.
–¿Quedó pendiente la gira?
–Veníamos ensayando las coreografías. Continúo practicándolas. Va a darse cuando tenga que darse, cuando todo se tranquilice y se pueda. Lo más importante somos las personas.
–Supongamos que el tema termina estirándose un poquito... ¿Qué ocurriría? Usted es fanática del sol y el calor.
–De la misma manera que disfruté el verano en la Argentina, me acostumbré a su frío de otoño, y al invierno. Incluso será una experiencia que voy a extrañar cuando me falte.
–A propósito de experiencias, no se le conoció ningún amor argentino. Está a tiempo...
–Todavía no se dio. Ando sola. Vamos a ver cómo viene el resto del 2020. Quizá en la próxima nota te dé la primicia. No soy muy enamoradiza, pero sí muy exigente a la hora de ponerme de novia. Pretendo querer en serio y que se me tome en serio. No busco una cosa que pase rápido. Y como recorro una etapa importante en mi carrera, deseo tener cerca a alguien que me acompañe y motive. Ya encontraré a la persona. Hay que esperarla. Cuando llegue, siempre será el instante adecuado.
–Habla de una etapa trascendente en su carrera, a la que acaba de añadirle, mes y medio atrás, el haber integrado el jurado del Festival de Viña del Mar, en Chile. ¿Es el principio del gran despliegue de la nueva chica Disney?
–Un sueño cumplido, en un festival súper relevante y rodeado de un notable team de jurados y un público hermoso. ¡De ellos aprendí tanto...! Otro sueño maravilloso sería cantar allí en 2021.
–¿Qué alfombra roja le gustaría transitar?
–La de los Oscar.
–Casi nada...
–(Risas) Bia es todo lo que imaginé desde chiquita, en un único proyecto. Y una época de crecimiento que ni imaginaba. Con Bia encontré desafíos mayores que yo, y aprendí que siempre hay algo mejor por venir. Queda mucho para hacer. Disney ha convertido varias de sus historias en películas y versiones live-action. Adoraría encarnar a Moana, por ejemplo. Y, desde luego, anhelo ir a Hollywood. Si ya llegamos hasta acá, nada es imposible. Tiempo al tiempo...
Lanza tal frase comprendiendo que el final de la nota la retorna indefectiblemente al comienzo, a la cuarentena, consecuencia de la pandemia del Covid-19. Entonces cierra, abandonando el balcón rumbo al living y ensayando una especie de balance asociado a su último pensamiento: “… Hay que dejar que las cosas fluyan. Como ahora, que la realidad nos obliga a parar, a calmarnos un poco y buscarle un equilibrio a aquello de querer todo en forma inmediata”.
Fotos: Gentileza Disney.
Agradecemos a Ximena Vasallo y Paula Martínez.