El confinamiento obligatorio desatado por Covid-19 la sorprendió en la ciudad de Madrid, donde quedaró varada junto a Juan Manuel Urtubey y Belita. En charla con GENTE, la actriz –figura de Multitalent– revela por qué decidieron no subirse al último avión de repatriación.
“Desde la ventana de nuestro departamento vimos cómo le ponían una red a la calesita y una cinta de seguridad alrededor a todos los juegos de la plaza. De repente, los colectivos pasaban vacíos y casi no había autos”, le dice Isabel Macedo a Gente, que llegó a Europa en enero acompañando la agenda académica de su marido, el ex gobernador de Salta, Juan Manuel Urtubey.
El número diario de contagiados en las placas de los noticieros era aterrador, tanto como transitar el comienzo de la pandemia en uno de los centros neurálgicos del planeta. “Todo comenzaba a ser devastador”, relata Macedo, sensibilizada por el recuerdo del momento más duro que le tocó atravesar: “El inicio de tantas muertes”.
El sistema de salud entraba en colapso. “Y debían decidir qué vidas tratarían de salvar. Se escuchaba que entre una persona de cuarenta años y una de ochenta, la prioridad era para quien ‘tiene toda la vida por delante’. El corazón se te parte. Es impresionante decirlo, pero mucho más vivirlo”, cuenta.
“Pensaba en tantos contagiados... ¿Qué culpa tenían? Y en la poca conciencia de quienes seguían saliendo de sus casas con cualquier excusa. En su poco amor, propio y por los demás. ¡Es todo tan fuerte, tan movilizante...!”.
La chance de repatriación, abierta en la segunda mitad de marzo, es uno de los grandes interrogantes en esta conversación. E Isabel –que espera la reapertura de las fronteras argentinas– tiene una respuesta sensata.
“Nosotros teníamos pasaje de vuelta, pero ese vuelo fue cancelado. Entonces compramos uno nuevo en otra aerolínea, y ese vuelo también se canceló. La tercera compra y cancelación ya sonaba a estafa... ¡Lloré tanto! Sentí bronca, angustia... La sensación fue desesperante. Cuando comenzaron los vuelos, teníamos exactamente las mismas ganas que los miles de varados en el mundo de estar en nuestro país, en nuestra propia casa. Pero dijimos: ‘Aquí estamos en un departamento, sanos y juntos, que es lo que más importa’. Y decidimos darles prioridad a las personas varadas en situaciones realmente difíciles. No hubiese soportado saber que porque nosotros viajábamos alguien quedaba aquí, tal vez sobreviviendo en un galpón, o quién sabe dónde...”.