Juan Pablo Gasme, coordinador del área de Desarrollo Institucional de Cáritas Argentina, destaca que ante la novedad del virus urge dar respuestas creativas para cuidar a quienes están en el margen. Al igual que otras organizaciones, activó sus radares para asistir a las víctimas de otra pandemia: la pobreza.
Según el censo realizado en 2019, más de siete mil personas viven en situación de calle en la ciudad de Buenos Aires. Normalmente, la gran mayoría de estas personas asiste a duchas, comedores y refugios. Muchos de estos tuvieron que cerrar para frenar la propagación del coronavirus. También miles de personas que viven en villas y barrios de emergencia vieron modificadas sus rutinas con un fuerte impacto. “Al detenerse la actividad, la economía informal, las changas y demás disminuyeron casi a cero o a niveles muy bajos. Esto acentúa el efecto de la pandemia en los barrios populares y en los sectores más marginados ya que el ingreso diario que por lo general sirve para el sustento o para alimentación no existe, no está. Como consecuencia hay una presión fuerte en la demanda de servicios”, explica Juan Pablo Gasme, coordinador del área de Desarrollo Institucional de Cáritas Argentina.
“La situación es grave”, enfatiza Malena Famá, socia fundadora de Fundación Multipolar que tiene la misión de ayudar a las personas a salir de la pobreza extrema acompañándolos en el proceso de inserción laboral. “El entorno es cada vez más hostil y peligroso para quienes no tienen techo. Por eso, tomado los recaudos necesarios, nos comprometemos a ayudar responsablemente a quienes más lo necesitan y no tienen oportunidad de quedarse en sus casas”, detalla.
Cuidar a los adultos mayores es una prioridad para todos. 
Algunos comedores siguen funcionando, pero ya no reciben a las personas sino que reparten comida. 
Amor y compromiso son ingredientes clave para ayudar a los que más lo necesitan. 
Encontrar motivos para celebrar es un desafío de quienes asisten a personas en situación de calle.
El virus muta, la solidaridad también
“Se está activando mucha creatividad y búsqueda en los barrios más humildes. Se implementan nuevos mecanismos para enfrentar la situación y garantizar el aislamiento para quienes lo necesitan”, señala Gasme. Preocupados por asistir a quiénes están en el margen, profesionales y voluntarios de distintas organizaciones crearon estrategias innovadoras. Pilares armó bolsones con alimentos para repartir semanalmente a los niños que habitualmente asisten a los centros de primera infancia. “Todo lo que ya venía realizando Cáritas está en un proceso de adaptación, de redireccionamiento hacia la situación de emergencia. Queremos potenciar nuevos servicios con tres miradas: el tema alimentario, tanto de manera estática como de forma dinámica en calle; el acceso a ingresos y en lo posible continuidad de trabajo en la economía informal solidaria, accediendo a políticas públicas de ingreso; y, en tercer lugar, generar y acondicionar dispositivos de cuidado que faciliten aislamientos leves y permitan que el sistema de salud soporte casos graves que requieren mayor intensidad en el cuidado”, enumera y sigue: “Junto con esas acciones estamos tratando de organizar, diseñar e impulsar también nueva convocatoria de voluntarios: que todos puedan ser parte de este gran desafío que es trabajar y derrotar a la pandemia”.
Muchas organizaciones dejaron de preparar comida pero siguen repartiendo alimento entre sus asistidos. 
Lo más importante es que las familias más necesitadas reciban alimento. 
Muchas organizaciones dejaron de preparar comida pero siguen repartiendo alimento entre sus asistidos.
Aprender del virus
“Debemos reconocer que así como los virus van mutando, nuestra solidaridad también tiene que entrar en un proceso de cambio. Así como se trata de aplanar la curva de la pandemia, que no suba, que no crezca, en el sentido solidario tenemos que hacer un poco lo contrario: esa curva que en un primer momento se detuvo un poco por temor y otro tanto por cuidado, debe crecer. La curva del cuidado, de la solidaridad debe subir” reflexiona Gasme y hace un juego de palabras con la principal recomendación para frenar el virus: “Hay que lavarse las manos para que el virus no nos agarre, pero metafóricamente no hay que lavárserlas sino estar atentos y activos para ver cómo podemos comprometer nuestras manos en la solución de este tema. Alentamos entre todos a detener el virus y expandir la solidaridad”, concluye.
