A los 26 años el cantante, actor, autor y youtuber se anima a hablar de su dura y superadora historia de vida. Abre las puertas del hogar en el que vive junto a su prometida y a su hija de ocho meses (Roma, con más de 640.000 seguidores en Instagram). Antes de entrar al Bailando 2020 admite que “nunca bailo sin patines” y describe cómo vio Villa Gesell a días de la muerte violenta de Fernando Báez Sosa.
Son pocos los que logran trascender una tira infantil, y Lionel Ferro (26) lo consiguió. A casi dos años del final de Soy Luna –la serie de Disney Channel en la que interpretó a Nico Navarro–, el rubio de inconfundible peinado está “con la cabeza a diez mil por hora”. No sólo se viene adaptando a ser padre de Roma (ocho meses, hija de él y de la modelo Amira Chediak, 24), sino que promociona su single Sirena, se prepara para participar del Bailando 2020, actualiza diariamente su cuenta de Instagram con casi seis millones de seguidores, y mantiene su canal de YouTube con tres millones de suscriptores y 163 videos publicados. Es decir, el muchacho es todo un furor millennial. Pero, ¿de dónde surgió toda esta carrera? “De la intuición de mi abuela”, dirá él con dulce honestidad…
Su historia comenzó en Capilla del Monte, la pequeña ciudad de Córdoba en la que sus abuelos, Luis y Dora –él es albañil y ella solía ser maestra particular–, lo criaron a “otro ritmo de vida y con valores de pueblo (…) Vivir con ellos fue decisión mía, porque a mis doce años mamá se fue a vivir a Maryland, Estados Unidos, con su marido, y yo me quise quedar con ellos. Me acuerdo de que lloré y pataleé tanto que al final mi mamá se rindió y decidió visitarme cada tres meses”, arranca desanudando su recorrido. Fue abanderado y tuvo buenas notas hasta que “se desbandó” con sus amigos, los mismos que “lo gastaban” cada vez que lo veían bailando folklore en una peña (“una idea de mi abuela, que amaba a Los Nocheros”).
Fue esa misma Dora la que un día vio un casting de High School Musical en la televisión y le dijo a su nieto: “¿Por qué no lo hacés? Creo que te iría bien”. Ese comentario lo llevó a viajar a Buenos Aires. Diez días más tarde quedó entre los diez mil seleccionados de cien mil participantes. Sin embargo, por una cuestión económica, aquel ímpetu inicial quedó adormecido ahí hasta que falleció Dora. Entonces, con 17 años, Ferro decidió que su destino estaba en lo que su querida abuela había anticipado. Armó sus valijas y partió hacia la capital del país. Al llegar le pidió ayuda económica a su padre biológico, pero él no se la dio. “Y eso que mi papá –no voy a dar su nombre– tiene una economía tremenda, porque posee una empresa constructora enorme en Buenos Aires… Pero bueno, yo crecí sin él y sin que me reconociera”, comenta con la naturalidad de quien lleva veintiséis años asumiéndolo, y desliza: “Igual considero que mi papá es mi abuelo, porque padre no es el que te trae al mundo, sino el que te cría. En cuanto al otro, mi mamá me lo presentó en una comida cuando tenía cinco años y recién lo volví a ver a los catorce, cuando lo pedí. Después de eso no volvimos a hablar hasta que me hice famoso. De todos modos, no estoy enojado con él porque soy una persona espiritual y medito mucho para alejarme de los rencores. Pienso que yo no me perdí de nada: se lo perdió él. Y ahora se está perdiendo a su nieta, porque la conoció, pero no la visita. No sé, siento que al final todo fue una gran enseñanza que me preparó para ser padre, ¡y yo hoy me siento un padrazo!”.
–Tanto Amira como vos son súper jóvenes. ¿Fue charlada la decisión de convertirse en padres?
–La verdad que no (ríe). Nos enteramos de que Ami estaba embarazada en la clínica, cuando Romita ya llevaba dos meses en camino. Y la decisión de seguir adelante con el embarazo fue de Ami, porque es su cuerpo.
–¿La llegada de Roma cambió sus vidas?
–Totalmente. Los dos crecimos y empezamos a tener otra cabeza, porque ya no somos los protagonistas de nuestras vidas: ese rol es de Roma. De hecho, antes amanecía pensando en mí y ahora me levanto pensando en ella. Hablando de mis despertares, cuando Roma tenía dos meses yo arrancaba el día con ellas, imaginando que quería vivir así toda la vida, y ahí fue cuando le propuse casamiento a Ami, en este mismo sillón en el que te estoy hablando.
–¿Ya tienen fecha de boda?
–Todavía no. Va a ser cuando Roma sea lo suficientemente grande como para llevar los anillos y poder recordar el momento.
–De lo que sí hay fecha es de tu comienzo en el Bailando 2020. ¿Cómo llegaste ahí?
–En diciembre la periodista Vane Pellizzeri me mandó un mensaje que decía: “¿Te gustaría bailar?”. Le respondí: “No soy bailarín, pero todo lo que tenga que ver con el arte me gusta”. Y ahí me contó que en LaFlia querían tener una reunión conmigo. Seguí con mi gira musical y mis vacaciones sin pensar mucho en eso, pero a la vuelta, en enero, me senté en una oficina con el Chato Prada y Federico Hoppe.
–¿Cómo fue esa reunión?
–Ellos me dijeron: “¿Estás listo? Queremos que estés en el Bailando. Pensalo, pero no mucho”. Lo evalué durante una semana, porque en abril iba a ir por seis meses a Colombia para trabajar en mi música (N. de la R.: Firmó un contrato de tres años con una discográfica de allá, que es la misma de Nicki Jam). Finalmente tomé la decisión de postergar la grabación de mi disco, para afrontar este nuevo desafío.
–¿Sabés bailar?
–En Soy Luna bailaba arriba de patines… Sin ellos nunca lo hice… No sé qué va a pasar (ríe).
–¿Te preocupa que te metan en discusiones?
–Espero que no lo hagan, porque no soy una persona polémica. Y si pasa y es un juego, todo bien. Ahora, si meten en quilombos a mi familia veré qué hago, porque lo consideraría una falta de respeto.
–Hace poco se armó revuelo cuando tocaste en Villa Gesell a cuatro días de que los rugbiers mataran a Fernando Báez Sosa. ¿Querés decir algo al respecto?
–Mucha gente me criticó, pero yo estaba viajando todos los días y no había visto las noticias. Sólo me había enterado muy por arriba de que habían matado a un chico. Creo que hubiera sido el último en tomar la decisión de cerrar el lugar en el que me presenté. Esa resolución debió haber sido del productor o del dueño. Alrededor, todos los teatros seguían andando como si nada, y justo al lado había payasos bailando.
–¿Qué te define?
–Mi signo: soy re de Tauro. Soy muy perseverante y no paro hasta lograr lo que me propongo. Ahora quiero hacer lindas canciones, pegar algún paso en el Bailando y seguir ayudando a mi abuelo, a mi mamá y a todos los que siempre estuvieron para mí.
Fotos: Fabián Uset.