El hipnótico cantante boricua, que ya vendió más de cincuenta millones de discos, memora su infancia (¿por qué su madre lo llamó Chayanne?), habla de su debilidad por nuestro país y su gastronomía y revela qué sueña para su familia, sus hijos y su carrera: “No me alcanzaría toda otra vida para hacer todo lo que quiero”.
"Quien me bautizó Chayanne cuando yo sólo era un bebé fue mi madre. Vivíamos en New York y a ella le encantaba una serie de los indios Cheyenne, así que hizo su propia adaptación y me apodó así sin imaginar que yo un día iba a terminar eligiendo esta carrera”, cuenta Elmer Figueroa Arce (51), a cuarenta y dos años de presentarse en su primera audición musical y a quince días de brindar ante dieciocho mil espectadores el recital número 99 de su Desde el alma tour, que comenzó en agosto del 2018 en el SAP Center de San José, California, y ya lo llevó a recorrer catorce países de Latinoamérica, el Caribe y Norteamérica. Entre ellos figura la Argentina, tierra en la que dio tres conciertos en noviembre último y a la que volverá cuando se reprogramen los shows que pensaba brindar en el Orfeo Superdomo de Córdoba, en el Movistar Arena de Buenos Aires y en el Arena Aconcagua de Mendoza.
“A la Argentina siempre voy con nervios, pensando si la gente irá y si a ustedes todavía les gustará mi show. Pero a medida que va pasando la noche y veo tanto amor, ya no me quiero ir. Creo que todos los esfuerzos que hago para mantener mi carrera son pocos comparados con lo que recibo”, confiesa con la misma voz intimista con la que canta hitazos románticos como Dejaría todo y Si nos quedara poco tiempo. Después, y casi sin tomar aire, revela: “Siempre que me inviten a la Argentina iré: es un país al que siempre quiero volver. Me gusta su gente, su cultura y su comida: tienen un arte especial para hacer el asado, sus vinos son espectaculares y que ni me hablen del choripán y los helados de chocolate y coco. Hay un hotel al que iba mucho en Buenos Aires que siempre me tenía reservados helados de una marca local: ¡los mejores!”.
–Después de tantos años de gira, si proyectás de acá a una década, ¿te imaginás arriba de un escenario o descansando en familia?
–No me gusta planear tan lejos, ¡pero hay tantas cosas que quiero hacer! Me gustaría viajar por el mundo, aprender algo nuevo, compartir momentos con muchos amigos, jugar al golf, viajar en barco, seguir haciendo giras… Si es por todo lo que quiero hacer, ¡no me alcanzaría una nueva vida! (ríe)
–¿Cómo te has llevado con las críticas?
–A través de mi carrera, como es natural, he recibido tanto críticas como elogios, aunque no recuerdo ninguna que me haya marcado. Digamos que a los elogios siempre los aprecio, pero a las críticas las recibo y analizo, para mejorar. Soy consciente de que no a todos nos gusta lo mismo.
–Ahora estás en disfrutando un pequeño receso en tu isla privada de Puerto Rico (llamada Isla del encanto), tu país de origen. Desde esa paz, ¿qué deseás?
–Le debo tanto a Dios y a la vida que pido tener salud, a mi familia unida y que mis hijos (Lorenzo Valentino, 22, e Isadora Sofía, 19) cumplan sus metas. En lo personal espero seguir trayendo algo de felicidad con mi música a la gente que siempre me apoya.
–Una respuesta para esa gente: ¿en Argentina nos vas a sorprender con un nuevo tema?
–Todavía no tengo temas nuevos para presentar… Eso lo dejo para el segundo semestre. Después de que termine la gira voy a trabajar en mi nuevo disco.
Mientras tanto, confía que en sus recitales “nunca va a faltar Torero”, que “Fiesta en América marcó un paso muy importante” en su carrera, que “Dejaría todo afortunadamente no estuvo dedicado a nadie en especial” y que antes de cada presentación tiene rutinas “muy marcadas: desayuno, voy al gym, repaso mis coreografías de baile, veo el show anterior en mi iPad, me doy una pequeña siesta en la tarde y ahí empieza el proceso y mi adrenalina va subiendo”. ¿Cómo está antes de salir a escena? “Mi gente me dice que me pongo como un león, porque doy vueltas en el camerino y camino mucho. Pero cuando vienen por mí ya respiro. Siempre digo que el día que ya no sienta esos nervios va a ser el día en que haya perdido la pasión”.
Fotos: Gentileza Gio Alma y CHAF.
Agradecemos muy especialmente a Punto Tiff.