La reina invitó a su nieto a un almuerzo liviano a base de salmón y ensalada y un té con sandwiches de pepino en el palacio y allí tuvieron una extensa charla.
A pesar de la tensa situación que vivieron ls últimos meses, producto de la decisión de Harry y Meghan de apartarse de las responsabilidades de la Familia Real británica y la decisión de la reina Isabel II de que los duques de Sussex ya no puedan utilizar la palabra “Royal”, el cariño no se rompió de ninguna de las dos partes.
Así lo demuestra la última reunión entre el príncipe e Isabel II, que, al fin y al cabo, no deja de ser un encuentro entre una abuela y su nieto. Según dan a conocer los medios británicos, la monarca, de 93 años, y el duque de Sussex, de 35, mantuvieron una larga reunión en el castillo de Windsor, a las afueras de Londres y muy cerca de donde todavía está la hasta ahora residencia de los duques, Frogmore Cottage.
La charla duró cuatro horas, según explica The Sun y tal y como se hace eco la prensa del país. Harry lleva unos días en el Reino Unido, a donde regresó desde Canadá, donde ya vive junto a su esposa y su hijo Archie, de nueve meses.
La reina invitó a su nieto a un almuerzo liviano a base de salmón y ensalada y un té con sandwiches de pepino en palacio y allí charlaron durante más de cuatro horas. Al parecer, según fuentes de palacio, la soberana le dijo a Harry: “Sos alguien muy querido y siempre serás bienvenido”. Además, la reina le dejó “muy claro” a su nieto que si cambiaran de opinión y quisieran volver, les recibiría “con los brazos abiertos”.
“La reina tenía muchas cosas de las que hablar con Harry y era el momento perfecto para que cada uno expusiera su versión”, explica dicha fuente. “Cuando Harry y Meghan anunciaron que querían irse todo pasó muy rápido y fue muy estresante para todos los implicados. El domingo fue la primera vez que la reina tuvo la oportunidad de hablar con Harry ella sola y de conocer cuáles eran sus planes. Todo ocurrió en un ambiente mucho más relajado y ambos pudieron expresarse”, relatan los conocedores del asunto.
Al parecer, según esas fuentes, la reina estaría disgustada por no poder ver con frecuencia a Harry y sobre todo al pequeño Archie, pero acepta los deseos de su nieto y entiende que quiera vivir tanto en EE UU como Canadá, durante un tiempo.