En la tercera y última trilogía, que despide la saga con Episodio IX: El ascenso de Skywalker, encarna al intrépido y sanguíneo piloto y general de la Resistencia, Poe Dameron. Gran admirador de Ricardo Arjona y de Damián Szifron y fanático del “asado y el vino tinto argentinos”, en su paso el guatemalteco también nos cuenta que quedó asombrado por el ambiente de La Bombonera.
Conocí La Bombonera y pude corroborar que no tiembla, ¡late! –asombra a medias Óscar Isaac Hernández Estrada (40, nacido el 9 de marzo del ‘79 en la Ciudad de Guatemala)–. A medias, sí, porque sabíamos que en 2017 visitó nuestro país para filmar Operación final, junto a Ben Kinsley, dirigidos por Chris Weitz, pero desconocíamos detalles del tipo “permanecí unos dos meses”, “¡qué rico es el asado, guau!” o “¿y el vino tinto? ¡¡guau de nuevo!!”. También, que rodó en Hurlingham (oeste bonaerense), Bariloche (Patagonia) y “en el bello café bar El progreso”, de Barracas, Capital Federal. “¿En serio mi compatriota Ricardo Arjona compuso varios de sus antiguos temas sentado sobre las peatonales porteñas? –se sorprende ante el dato que le acercamos–. Lo admiro. Trabajé con su hija, Adri, en Triple frontera… Una familia talentosísima”, abre ventanitas al diálogo desde la 237 room del hotel Montage cinco estrellas (seis, si hubieran) en Beverly Hills, a la que llegó para promocionar Episodio IX: El ascenso de Skywalker.
–Visitó la Argentina luego de rodar los capítulos VII: El despertar de la Fuerza y VIII: Los últimos Jedi… ¿Qué recuerdo guarda de aquellos inicios en la saga y de la evolución de su Poe Dameron?
–Cuando acepté subirme a esta aventura, mi papel iba a durar veinte minutos: moría espectacularmente. Por fortuna no sucedió. J. J. (Abrams, el director del séptimo y noveno capítulos) cierto día me llamó para anticiparme que lo reescribió y formaría parte de toda la historia. “La trampa es que debes audicionar”, me volvió a la realidad. Menos mal que el día de la prueba quedé designado… Así, poco a poco –café por medio también con Rian Johnson, responsable del octavo episodio– terminé convirtiéndome en un revolucionario de la galaxia al estilo Che Guevara. A la fecha soy consciente del alcance impredecible de la maravillosa ficción creada por Lucas y de la fama de sus eventuales participantes. He hallado un yogurt y una bolsa de lechugas con mi cara.
–¿Era entusiasta de Star Wars?
–Claro. Jamás olvidaré cuando mi padre (Óscar Gonzalo Hernández; la madre se llama María Eugenia Estrada Nicolle) me llevó a ver El retorno del Jedi, en el ‘83. A mi tío, un diseñador gráfico de quien soy ultra cercano, SW le cambió la vida. Confeccionaba figuras, que mis primos y yo solíamos romperle. Sigue siendo un obsesivo. ¡Al punto que participó de extra en Episodio VII! Ahora me manda mensajes para que le consiga juguetes exclusivos. Toda mi familia es fan de la saga.
–De niño, ¿quién era su ídolo?
–Dos, y se los confesé a los responsables de componerlos, a Harrison (Ford) y Billy (Dee Williams). Lógico, hablo de Han Solo y de Lando Calrissian. Siempre me gustó bastante Lando. Por su carisma, el modo de ser –no se sabía cuánto escondía de bueno y malo en su interior; algo interesantísimo para un intérprete– y porque era un hombre de color (risas). Siendo latino, me sentí representando por él.
–Parece que no hay casualidades: usted les abrió la puerta de Star Wars a los latinos...
–Por fin nos dejan al espacio (carcajada). ¡Qué difícil ingresar en este tipo de cintas! Durante los castings de Hollywood, quieren meterte en la caja de la cosa que te ven. Siempre me ponían como mesero o pandillero. Poco a poco, con disciplina, enfocándome en el craft (arte), que es cómo uno puede intentar ser mejor actor, empecé a asumir pruebas que me llevarían hacia el lugar al que deseaba ir. Por ejemplo, haciendo Romeo y Julieta, de William Shakespere, en teatro. Un humano puede expresar cuanto se le ocurra. Me gusta la gente que tiene misterio, como Bob Dylan; gente que viene despacio y no sabes de dónde. En ese camino, decidí apoyar a mis pares. Transitamos tiempos complicados en este país por lo que viene pasando contra los latinos e inmigrantes, y resulta importantísimo extendernos la mano.
–A propósito de latinos, ¿ha conocido algunos dignos de mencionar por su talento?
–Varios. De tu tierra, apúntame a Damián Szifron. Disfruté tanto Relatos salvajes; sé de sus notables series. Lo felicité, creo, en el ‘16, cuando nos cruzamos. Me encantaría trabajar con él. Ya le estoy mandando cosas para que encaremos juntos. Otro es el colombiano Ciro Guerra, responsable de El abrazo de la serpiente (2015). A ambos, además, nos eligieron para ser miembros de la Academia de Hollywood. Añade entre mis preferencia a Pedro Almodóvar, un sueño. Y a Alejandro González Iñárritu, Alfonso Cuarón… ¡Cuánto talento latino hay!
–¿Cómo impactó Star Wars en su existencia?
–Mira, en verdad siento que lo más increíble y divertido es ver lo que sucederá. Descubrir tus figuras de acción (admito que al recibir las primeras mías me sentí feo y raro), contestar hoy tus preguntas, son el resultado de lo que ocurre ahora. Pero saber que habrá nuevos comics y novelas escritos sobre tu personaje, que aparecerán otros dibujos delineados por admiradores y dudas y análisis que nunca podrías anticipar, me impacta. Adoro la inspiración que genera SW. Es y será un fenómeno cultural único que va e irá más allá de las películas.
–¿Cómo les explicará a sus hijos de dos años y recién nacido qué fue Star Wars en la historia del cine? Una historia de la que su padre formó parte.
–Poniéndoles los filmes para que reciban las imágenes que a nosotros nos explotaron la imaginación, y dejando que fluyan por sus venas.
Fotos: Contour, cortesía Disney y Lucasfilm, y Archivo Editorial Atlántida.
Traducción: Lola Ibáñez Ocampo.
Agradecemos a Isabella García y Agustín Newell.