La presente nota no tiene frases grandilocuentes ni respuestas verborrágicas de sus protagonistas logradas el último fin de semana, si
mplemente porque, según sostienen los mismos protagonistas,
están cansados y no desean hablar de su pareja.
-Poné "hartos", en vez de "cansados" -arremete Araceli González (34) mientras camina por Key Biscayne tomada de la mano de Adrián Suar (34).
-¿Hartos de?
-Hartos de vivir saliendo a aclarar -continúa ella.
-… -mueve la cabeza de arriba abajo él.
-¿Qué van a mandar ahora? ¿Qué vinimos a Miami para gritarnos y que nadie nos escuche?
-agrega la actriz.
-… -continúa moviendo la cabeza de arriba abajo el productor.
-Según ustedes, ¿qué deberíamos escribir?
-La verdad. Que luego de mucho tiempo, al fin pudimos tomarnos unos días de amor y paz.
-… -sigue moviendo la cabeza de arriba abajo él.
Dicen "hartos". Y quizá con razón. En las últimas semanas -sobre todo desde que Suar compartió alojamiento, prensa y brillo con las figuras máximas del cine mundial- la pareja volvió a estar en el ojo del huracán.
Se dijo que ella no lo acompañó porque "eligió su trabajo" (tenía un compromiso extranjero) antes que estar con su marido en uno de los momentos más importantes como productor. Se dijo que existen "celos laborales". Se dijo que los rumores que vincularon el año pasado a Araceli con Chayanne y a Adrián con Leticia Bredice terminaron "lastimándolos", más allá de restarles crédito en público y privado. Se dijo que el excelente momento de él y la gran cantidad de ofertas internacionales de ella los iba "distanciando".
Todo esto se dijo. A nada contestaron. ¿Cuál es la verdad?
Si hay tres palabras capaces de perturbar al más pintado de los seres humanos, esas son "poder", "belleza" y "talento". Bueno, alrededor de este matrimonio -matrimonio famoso, matrimonio envidiado, matrimonio duradero, matrimonio mediático- que lleva una década y monedas compartiendo comida, techo y cama, rondan como águilas las tres. Gran combinación (para ellos mismos). Explosiva combinación (para los demás). Araceli y Suar lo saben. Y saben también que la fama ganada suele cobrarse sus cuentas. ¿El precio? De los más caros: la intimidad, el chimento malintencionado, los rumores. Pero, ¿cómo responde el amor a los sinsabores? ¿Se resiente sentándose siempre sobre una bomba de tiempo a punto de estallar?
por Leonardo Ibáñez
fotos: Alejandro Carra
(enviado especial a Miami, Estados Unidos)
Nos hartamos de los dichos malintencionados", lanza Araceli.
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Durante el sábado al mediodía, de frente al océano, Ara y el Chueco disfrutan solos (Florencia y Tomás quedaron en Buenos Aires) unos días de relax. "Nos hartamos de los dichos malintencionados", lanza Araceli.
Si bien Araceli ya había sufrido los rayos del mediodía, sintiendo sus efectos en la piel, aceptó acompañarlo a Adrián. Buscó una sombrilla. Al rato, decidieron entrar al hotel. La actriz no quiso frotarse la zona dolorida con vinagre, como le sugirieron.
