Los Cuatro Fantásticos tenían el sueño de jugar en el grupo mundial de la
Copa Davis. Por eso, cuando el viernes comenzó la serie, se pellizcaron entre ellos para ver si era real lo que estaban viviendo. Salieron a la cancha, miraron a los costados y el corazón comenzó a latirles más fuerte. Sentían que esta era la prueba de fuego. La que iba a marcarlos para toda la vida. Argentina volvía a jugar en primera después de diez años y enfrente estaba el poderoso equipo australiano. Que llegó al país sin sus grandes figuras (Leyton Hewitt, número uno del mundo, por ejemplo) pero con 27 títulos en la mochila. Por eso el triunfo por 5 a 0 fue histórico. Y así lo festejaron cuando el sábado Guillermo Cañas (24) y Lucas Arnold (27) derrotaron a Todd Woodbridge y Wayne Arthurs en el doble que le dio el tercer punto y definió la serie. Hubo gritos de euforia, abrazos, llantos, desahogos y vuelta olímpica incluida. Aunque todavía quedaban dos puntos en juego, Argentina ya había pasado a los cuartos de final.
"Muchas veces imaginé cómo sería ganar en esta cancha, pero la verdad es que me quedé corto. Todavía no soy muy consciente de lo que conseguimos, pero siento que todo esto es una locura. La gente grita cada punto y eso no tiene precio. Por eso siento que ellos también son parte de este presente
exitoso". El que habla es Guillermo Cañas, exultante, quien minutos antes había quedado debajo de la montaña humana que ensayó junto a Arnold y Gastón Gaudio (23) después de que la volea de Woodbridge quedara muerta en la red. Todavía tiene los ojos rojos como el polvo de ladrillo por las lágrimas que se le escaparon entre tanta alegría. Esta vez, el número uno del tenis criollo fue una pieza desequilibrante. Primero, porque el viernes consiguió el primer punto ganándole en cinco sets a Scott Draper (el marcador final fue 6-4, 6-7, 5-7, 6-4 y 6-1), y después porque consiguió el tercero y definitivo ganando el partido de dobles junto a Arnold. Los dos derrotaron a la máquina australiana por 3-6, 6-3, 6-4, 1-6 y 10-8, y ahí
Willy no se guardó nada. Defendió cada punto con la garra y el corazón que ya son una marca registrada en su juego. Claro que para esta difícil misión necesitó la ayuda de su pareja de dobles. Y Lucas fue el compañero ideal para una batalla que se prolongó durante algo menos de cuatro horas:
"Es la alegría más grande de mi vida. Nunca me voy a olvidar de este partido. Le doy gracias a Dios por tantas satisfacciones
juntas", dijo Lucas mientras revoleaba la camiseta por el aire y cantaba con la gente que estaba en la cabecera del Buenos Aires Lawn Tennis.
El otro engranaje clave fue el copero Gastón Gaudio. A esta altura, nadie duda de sus condiciones para defender los colores argentinos. No importa cómo llegue, el Gato tiene que estar en el equipo:
"Cuando entro a la cancha me siento responsable por la alegría de mucha gente que ama el tenis y quiere que su equipo gane. Por eso me gusta el aliento constante. Tuvimos un juego increíble, donde cada uno de nosotros mostró su mejor repertorio. Personalmente es una satisfacción jugar este tipo de partido. ¡Acá es donde yo me
agrando!". Esto quedó demostrado en el nivel superlativo que consiguió con su tenis. La cátedra empezó el viernes con el triunfo aplastante frente a Andrew Illie por 6-1, 6-1 y 6-2 y la segunda clase la dio el domingo ganándole a Draper 6-3 y 6-2. Esto le permitió conseguir su séptimo triunfo consecutivo en una Copa donde no conoce la derrota. Una marca que ningún tenista argentino -ni siquiera el colosal Guillermo Vilas- logró hasta ahora jugando singles. El que completa este cuarteto mágico es Juan Ignacio Chela (22), a quien el domingo le tocó jugar el cuarto punto. Demostró el gran momento que está atravesando y dejó en claro que las 739 posiciones que escaló la última temporada no fueron de casualidad:
"Viví dos semanas muy duras de entrenamiento y quería que la gente me viera jugar. Además, me salieron todas. Más allá de que no es lo mismo jugar con el partido definido, porque uno entra más relajado, demostré el buen año que tuve en el 2001. Esto fue el broche de oro y ahora vamos por más". Jugando un tenis de altísimo nivel, derrotó a Illie por 6-1, 6-1.
Así, la máquina argentina consiguió la mejor racha de toda la historia. Con estos cinco puntos, lleva veinte ganados de manera consecutiva y logró superar la paternidad australiana. Además, se aseguró un nuevo año en el grupo mundial, que no es poco. Ya pasó Australia y falta un escalón menos para la ansiada Ensaladera de Plata. Ahora, el equipo nacional deberá enfrentar en los cuartos de final, del 5 al 7 de abril y otra vez en Buenos Aires, a Croacia. Los mosqueteros criollos ya cumplieron su sueño: jugar en el Lawn Tennis, ganar y pasar a la próxima ronda. Según el propio capitán, Alejandro Gattiker:
"La Argentina le puede ganar a cualquiera". Aunque se sabe que el próximo objetivo va a ser difícil, es optimista. Porque ellos sacaron chapa de cracks y se ganaron la licencia para soñar con algo mucho más grande.
Chela (semitapado), Cañas, Arnold, Gaudio y los hinchas, en una vuelta olímpica a pura emoción sobre el polvo de ladrillo del Buenos Aires Lawn Tennis.
Arnold, Chela, Gaudio y Cañas posan para GENTE en las tribunas del Buenos Aires.