Carlos Reutemann fue contundente. Aún en su despacho de la gobernación de Santa Fe -telé
fono mediante, claro-, sugirió: "Tiene que ser un festejo discreto y austero, acorde a nuestra forma de vida…". Del otro lado del Atlántico, Cora y Mimicha ya ultimaban los detalles de la boda. La elección de Cap Ferrat -en el sur de Francia, a tan sólo ocho kilómetros de Mónaco- como sede del enlace, no fue antojadiza, ya que fue allí adonde se radicaron los Reutemann en los tiempos en que
Lole brillaba en la Fórmula Uno. "Mis hijas se criaron en este pueblo. Cuando llegamos por primera vez, con Carlos Alberto alquilamos una casa frente al Grand Hotel du Cap Ferrat y fue justamente en la pileta de ese hotel donde mis chicas aprendieron a
nadar", recordaría luego Mimicha. Madre e hija se decidieron luego por el altar de Saint Jean, la misma iglesia en la que Cora fue monaguillo durante su adolescencia. Ya en abril, sus íntimos argentinos recibieron las invitaciones
(N. de la R.: aunque sin pasajes de avión…). Recién una semana antes de la boda, Carlos Alberto Reutemann -"padre ejemplar, muy compañero de sus hijas", según la misma Mimicha- apuró la resolución de algunos temas de Estado en Santa Fe y viajó a Europa para cumplir con su deber. En París mantuvo contactos con empresarios franceses en París y se reunió con el ministro Lavagna para tratar el Pacto Fiscal del Estado nacional con las provincias. Resueltos esos compromisos, viajó a la Costa Azul para acompañar a Cora, su hija, en un día tan especial.
EL "SI" DE LOS NOVIOS. El viernes 21 de junio último, la hija mayor de Reutemann ingresó a la iglesia Saint Jean tomada del brazo de su padre. Blanca y radiante, con un diseño muy etéreo y una cola (muy liviana) de gasa, creación de Alberta Ferreti de la casa Philosophy de Milán. La nave estaba decorada con rosas blancas y otras flores en tonos pasteles, responsabilidad de la decoradora local Mariella Aprosio. Frente al altar la recibió el italiano Patrizio di Guevara Fabri. El padre Rafael Larocca -cura argentino radicado en París e íntimo de la familia Reutemann- celebró el matrimonio. Cora y Patrizio dieron el sí frente a sesenta invitados, europeos y norteamericanos en su mayoría. "Mucha gente joven, muchos artistas y fotógrafos amigos de Cora, todos relacionados con la Fórmula Uno", según uno de los presentes. Entre los pocos argentinos se destacó la presencia del pintor Manuel Cancel, el embajador Juan Archibaldo Lanús, Gastón Máspero (íntimo de Cora), Cristina Díaz Alberdi (amiguísima de M
imicha), y Marcos Bulgheroni, hijo de Carlos. Mimicha estuvo acompañada por sus hermanos, José Luis y Viviana Bobbio. Ausentes con aviso: Graciela Borges y su hijo, Juan Cruz Bordeu, Enrique Reutemann (único hermano de Carlos), Grace Wilmott (y también su hijo, Richard, y su nuera, Carolina Barrios), el fotógrafo Chino Moro -ex de Cecilia de Bucourt-, entre otros.
Mimicha eligió una falda turquesa y una camisa blanca con transparencias. "Yo no soy marquista, me visto con libertad. Pero para esta ocasión quise vestir algo con los colores de Argentina", confesaría luego. Se supo por uno de los invitados que el traje de la madrina tenía la firma de Valentino. Carlos Reutemann lució elegante y sobrio en camisa blanca y traje oscuro, al que agregó una flor en el ojal izquierdo. Cora y Patrizio abandonaron Saint Jean a las 14:50, hora local. En la puerta de la iglesia fueron sorprendidos por una lluvia de pétalos de rosas amarillas.
LOVE STORY. Cora Reutemann y Patrizio di Guevara Fabri se conocieron a orillas de un circuito de Fórmula Uno hace poco más de diez años. Ocurrió en algún lugar de Europa, aunque tan sólo unos pocos íntimos conocen con precisión detalles de la pareja. Entonces, ella daba sus primeros pasos como fotógrafa y él ya ostentaba cargo ejecutivo en una empresa petrolera multinacional. La amistad inicial mudó pronto a noviazgo y se consolidó lejos de los flashes. Pese a estar radicada en Ginebra, durante algunos años Cora repartió su tiempo entre su departamento allí, la casa de su madre en Montecarlo, el penthouse de su novio en Manhattan, y las visitas a su padre en Santa Fe. Durante enero último y luego de una cena romántica en Nueva York, Patrizio le propuso a Cora matrimonio. Y algunos días después, le pidió formalmente su mano a Carlos Reutemann.
PALABRA DE MADRE. Desde hace algunos años, Mimicha escapa al contacto con la prensa. "No tengo nada para decir", suele excusarse. Sin embargo, luego del casamiento de su hija, habló en exclusiva con GENTE. "Estoy muy feliz. Estoy con Carlos Alberto, con mis hijas, con los muy poquitos amigos que pudieron venir de la Argentina por la situación económica, que es tristísima…", confesó Mimicha.
-En las fotos también se lo ve a Carlos Reutemann muy feliz…
-Sí, es cierto. Y no está feliz solo porque se casa su hija, sino porque todos estamos felices. Hoy, nuestro único sufrimiento es la situación argentina. Como dice Carlos Alberto, "con muchísimos sacrificios vamos a salir adelante". Yo no quiero hablar con la prensa porque prefiero reservar para nosotros esta alegría que tenemos. Los Reutemann somos gente low profile, recatada, sencilla. No somos parte del jet set. Esa es una palabra que en mi casa nunca existió. En mi hogar nunca se habló de dinero… Esta alegría que tenemos hoy es una alegría hogareña. Hay que conservar eso, pase lo que pase. La célula más importante es la familia. Porque si no hay familia, no existe el mundo. Ojalá la Argentina vuelva a ser una familia.
-¿Por qué vive en Montecarlo?
-Yo soy residente monegasca, pero voy a la Argentina todo el tiempo. Amo a mi país y tengo mi corazón allá. Opté por vivir en Europa para preservar la intimidad de mis hijas y de mi persona. Pero hablemos de otra cosa… Hoy casé a mi hija y tengo una felicidad increíble porque pudo venir Carlos Alberto. ¡Me han separado tantas veces!
-¿Cómo definiría su relación con el gobernador Reutemann?
-Muy unida. El padre y la madre son el eje de la familia. Y la familia no tiene que disolverse nunca, aunque nosotros no vivamos en el mismo lugar. Tuvimos problemas y roces, como todo el mundo. A mí no me hubiera gustado tener una vida sin sacrificios. El sacrificio es un desafío y después siempre viene el premio.
LA FIESTA. Luego de la boda, los novios se refugiaron en una suite del Grand Hotel du Cap Ferrat. Y allí permanecieron hasta las 19 horas, cuando ofrecieron un cóctel a sus invitados en el salón del primer piso. Cora llevó el modelo que lució en la iglesia, mientras que sus invitados respondieron a la invitación que anunciaba riguroso black tie. Mimicha eligió un vestido de faille negro y Mariana Reutemann, la menor de las hijas de Lole, impactó por su belleza con un escotadísimo diseño colorado, sandalias al tono con piedras verdes y cartera de plumas. Un grupo de músicos latinos elegidos por la novia puso música a la velada. A las 21 horas los 120 invitados bajaron al jardín y en el Club Le Dauphin -con una insuperable vista a la bahía-, fueron agasajados con la cena. Entonces sí, Cora cambió su vestido por otro similar, aunque bordado con brillos. El menú fue elaborado por el chef Jean Claude Guillon e incluyó gambas del Mediterráneo con una ensalada tibia al aceite de oliva, filete de lengua
do asado sobre su piel con legumbres a la provenzal, y lomo Charolais asado entero con papas noisettes, alcauciles y salsa de picado de trufas y foie gras. De postre se sirvieron helados con salsas de frutos rojos. El vino blanco llevaba etiqueta de Domaine Real Martin, mientras que el tinto era
Domaine de l'Estello. Y el champagne, Deutz brut classique. Luego del vals de rigor, todos bailaron a orillas de la pileta. Entre sus íntimos, Carlos Reutemann se reconoció "muy feliz". La fiesta terminó a las dos de la mañana.
LA VOZ DEL PADRE. Carlos Reutemann regresó a Buenos Aires el lunes 24 de junio. En el hall de Ezeiza y frente a un par de periodistas, volvió a sumergirse en la actualidad argentina. "No soy candidato de nadie ni de nada -dijo el gobernador de Santa Fe-. El justicialismo no tiene ningún candidato natural, y recién dirimirá el asunto en las elecciones internas. La Argentina no tendría que estar pasando por esta crisis: el 50 por ciento de los problemas del país es una cuestión de confianza. Tiene que haber un recambio de políticos, es un momento desgastante para todos, ojalá aparezca gente nueva". Fiel a su estilo, evitó hablar de su vida privada. No hizo demasiada referencia a la boda de su hija en Francia, pero definió su relación con su esposa. "Con Mimicha está todo bien. Nos reencontramos en un ámbito familiar, y cada uno sigue con su vida… Como todo padre, para mi hija quiero la mayor felicidad". Al mismo tiempo, Cora Reutemann y el italiano Patrizio di Guevara Fabri volaban con
destino a la isla de Bali, para disfrutar de su luna de miel.
Carlos Reutemann y Cora Inés, su hija de 32 años, llegaron juntos a la iglesia Saint Jean -sobre la bahía de Cap Ferrat- en un minimoke.
Los Reutemann posaron juntos en la puerta de la iglesia católica Saint Jean: Mariana -escotadísima-, Carlos Alberto, Cora Inés y Mimicha.