Como si fuese una imagen onírica o un dibujo en un cuento, ella aparece en el mar durmiendo en una cama. Las olas rompen contra el respaldo de hierro. El sol se pone. Y la diosa juega a que duerme en la playa desierta. ¿Qué sueños soñará una de las mujeres más soñadas? ¿Qué secretos esconden las sábanas blancas que ahora envuelven su cuerpo perfecto? Andrea Frigerio acepta el desafío de revelar su parte más íntima. Y desde su boca se escapan los recuerdos que, por primera vez, se anima a confesar en un reportaje. Lo hace a veces con pudor, a veces con erotismo. Una mezcla que podría definirla a la perfección.
-Usted, a los 42 años, tiene un cuerpo por el cual los hombres suspiran y las mujeres quieren imitar, dos hijos bárbaros, un marido que la ama hace doce años, éxito en su vida profesional. ¿Me puede decir cuál es su fórmula secreta para estar tan plena?
-No hay una fórmula química para estar bien. Simplemente, me despreocupé y quise dejar de ser la mujer impecable, la mamá diez, la amante perfecta. Antes a todo le ponía mucho esfuerzo, iba contra la corriente. Pero un día me relajé y me dejé llevar… y las cosas me empezaron a ir mejor. Al darme cuenta de que no era ni tenía que ser la mujer perfecta encontré mi propia felicidad.
-¿Qué cosas le andan pasando por su vida?
-En lo profesional estoy haciendo Money Money en Mar del Plata junto a Carlos Calvo, y el lunes empecé a grabar Los Roldán, donde voy a interpretar a Cecilia, una mujer de clase alta que le enseña buenos modales a Tito, Miguel Angel Rodríguez, de quien se termina enamorando. Voy a estar haciendo zapping entre Buenos Aires y Mardel durante todo el verano.
-¿Y en lo personal?
-¡Uy…!, estoy acá con toda mi gente. Hasta hace pocos días había veinte personas viviendo en mi casa. Como voy a trabajar mucho en tevé y teatro, ya me puse a programar mis próximas vacaciones: mi primer fantasía es convencer a toda mi familia para pasar el próximo año nuevo en París.
-¿Allí piensa encargar el otro hijo que su marido le reclama?
-Puede ser, yo siempre sentí y dije que en el 2005 quería volver a ser mamá. Aunque con el embarazo de Fini sufrí mucho, cada día me estoy relajando y voy deseando volver a tener un bebé en la casa.
-¿Y qué le dicen sus hijos?
-Ellos están felices y me lo piden todo el tiempo. Tommy (21) estudia Ciencias Políticas y hace música, ya es muy independiente. Y Fini (6) domina y decide todo, es la mujercita que maneja la casa, aparte heredó el carácter y la forma de seducir de Marta, mi mamá, y también la mía.
-¿Y cómo es su forma de seducción?
-Mirá, yo no me di cuenta de que seducía hasta que fui grande y me lo dijeron. Sin saberlo copiaba las formas de ser de mi mamá: me encantaban las manos de mamá y sus uñas pintadas de colorado, la forma de agarrar el cigarrillo, cuando se encontraba con sus amigas los lunes a jugar al póker. A pesar de que mamá es de familia tana, ella tiene mucho glamour y cuida mucho cada detalle.
-¿Qué usa para seducir: el glamour o el estilo sexy?
-Yo fui infantil durante mucho tiempo, me costó madurar. Cuando tuve a Tommy a los 19 años todavía era una nena, maduré tarde. Y
antes, si seducía, era por el lado inocente. Ahora no tengo fórmulas.
-¿Recuerda cómo fue esa primera historia de amor?
-Sí, perfectamente. Yo estaba un verano con mi papá en la casa que mis abuelos tienen en Pinamar. Una noche fui a un bar y conocí a Eduardo, el papá de Tommy: me encantó porque era muy canchero y tocaba la guitarra en la playa. Al mes de conocernos y de salir me convenció e hicimos el amor.
-¿Qué pasó cuando volvió a su casa?
-Yo pensaba que todos se iban a dar cuenta de que la nena había debutado, entonces caminaba muy dura y apretando bien las piernas. En mi familia eran muy cuidas, siempre habían estado detrás de mí porque era la mayor de cuatro hermanas, y me decían que tenía que darles el ejemplo. Pero no sabía cómo cuidarme y enseguida quedé embarazada.
-¿Y se casó?
-Me casaron, porque yo tenía 18 años y tenía que dar el ejemplo.
-¿En su familia nunca hablaban de sexo?
-No, pero aprendí que con mis hijos tengo que hablar de sexo. Con Tomás puedo hacerlo más abiertamente porque es más grande. Pero a Josefina todavía no sé cómo explicarle algunas cosas porque es muy chica.
-Usted a la edad de su hijo ya era madre, ¿hoy cómo se vería si Tomás le dice que va a ser abuela?
-Me encantaría tener un nieto, pero todavía estoy pensando en tener otro hijo. Mi fantasía es que el año que viene voy a tener otro varón, todos quieren y me presionan. Ojalá se dé y ese sueño pueda concretarse.
-¿Cuánto cambió desde aquella chica inocente a esta mujer de hoy?
-Mucho. Desde aquella primera vez a hoy aprendí mucho, y todo solita. En el medio hubo dolor, culpa, enamoramiento, celos, indiferencia y pasión. Y aunque ahora estoy viviendo una etapa de calma y amor, en mí no desapareció la pasión.
-¿Qué cosas la hacen gozar?
-Me gusta comer rico, amo los chocolates, los perfumes, mis preferidos son los aromas florales (en estos meses voy a estar buscando la fragancia para tener mi propio perfume). Además me gusta la buena música, los ricos vinos, no me privo de las comidas, aunque hace mucho que no cocino, dicen que tengo buena mano.
-¿Para todo tiene buena mano?
-Todo tiene que ver cómo estoy ese día. Para mí hacer el amor es también ver cómo disfruta el otro, y también gozar. Yo soy muy geisha. Me gusta mucho mi piel, también abrazar, besar, sentir. No uso tácticas ni tampoco repito fórmulas para el placer, me gusta cambiar.
-¿Cree que con el tiempo fue perfeccionándose a la hora del amor?
-A los 42 años estoy mejor que a los 20 porque aprendí a relajarme y a dejar de controlar cada acto de mi vida. Ya no tengo obsesiones, pero sí me gusta cuidarme y quererme. Aprendí que es bueno mimarse.
-¿Cómo es en la intimidad?
-Soy muy despojada, nunca preparo ninguna puesta en escena. Para dormir me pongo una remera chiquita y una bombachita. Y en vez de Chanel Nº 5, hoy por hoy me perfumo con Té negro de Bulgari.
-¿Y qué le sucede cuando se queda sola y se mira al espejo?
-Me encanta porque no me pasa muy seguido, y a veces necesito mirarme para adentro. Como ahora, siento que te estoy hablando desde un costado diferente, y no sólo tengo que contar que para conservar mis 92-63-93, camino mucho, hago tres veces por semana Pilates o entreno dos con mi personal trainer Pablo Benadiva… Ahora estoy descubriendo que yo siempre estoy en función de los demás: a mí me encanta ser la mamá de Fini y Tommy, la mujer de Lucas, la compañera de Carlín en el teatro…
-¿Se despojó del ego y de su rol de protagonista?
-Al contrario, creo que de esta manera soy protagonista, a mí el ego se me fomenta al sentirme necesitada por los demás.
-Su personaje -Betty Johnson- en Money Money se convierte, por momentos, en un gatito para conseguir las cosas, y de repente en una leona cuando la atacan. ¿Usted también tiene diferentes personalidades para conseguir las cosas?
-No, yo no me parezco en nada a mi personaje. Con Lucas somos muy compañeros, nos cuidamos y protegemos mucho. Con él encontré estabilidad afectiva y aprendí a no tener una relación tirante en donde se hacen desplantes para llamar la atención o conseguir cosas. Ahora todo es más suave.
-Déjenos meternos un segundo en su cama… ¿Cuál es el gran sentimiento que allí la domina?
-Para mí la sensación del orgasmo es única, porque es una mezcla de dolor y placer. Es extraño, pero antes pensaba que el orgasmo era una trampa de la naturaleza para perpetuar la especie, porque al ser tan lindo nadie se quiere privar de sentirlo. Ahora creo que es el resumen del pulso de la vida.
-¿No se cansó nunca de encontrar siempre a la misma persona del otro lado de su cama?
-No, porque mi marido me encanta físicamente y me hace sentir muy mujer. Lucas me trajo el equilibrio emocional. Antes había estado casada durante diez años con Eduardo Frigerio y todo fue un esfuerzo tremendo. En cambio, con Lucas estoy hace doce años y siento que recién pasó un mes. No me puedo imaginar en esta vida con otro hombre.
-¿Lo extraña cuando se separan por trabajo?
-Sí, pero también está bueno extrañarlo. El primer día que se va siempre estoy fascinada, el segundo tengo un romance con la pinza de depilar, el tercer día lo empiezo a extrañar, y el cuarto lo llamo y le pido que vuelva. Yo puedo estar separada algunos días de mi marido, pero de mis hijos jamás.
De pronto, suena el celular. Es Fini, que se acaba de despertar y aún está en la cama matrimonial de la casa que alquilaron en Mar del Plata. "Cuando Lucas no está, es ella la que ocupa ese lugar en la cama", confiesa Andrea con un susurro. Y con una gran sonrisa, le cuenta a su hija de seis años las fotos que acaba de hacer: "¿Sabés? Me sentí la protagonista de una película, de un cuento fantástico, de un sueño…"
texto y producción: Pablo Procopio
fotos Christian Beliera
agradecimientos: Class Life, Tina del Moral, Playa La Morocha, El rey del colchón, Mariano Lanz, Eugenio y Leo de La vieja esquina y Carlos Di Doménico.
Para mí hacer el amor es también ver cómo disfruta el otro, y también gozar. Yo soy muy geisha. Me gusta mucho mi piel, besar, abrazar, sentir. No uso tácticas ni tampoco repito fórmulas para el placer, me gusta cambiar".">
…Andrea: "Para mí hacer el amor es también ver cómo disfruta el otro, y también gozar. Yo soy muy geisha. Me gusta mucho mi piel, besar, abrazar, sentir. No uso tácticas ni tampoco repito fórmulas para el placer, me gusta cambiar".
Desde aquella chica inocente, que hizo por primera vez el amor y quedo embarazada, a esta mujer de hoy, aprendí mucho. En el medio hubo dolor, culpa, enamoramiento, celos, indiferencia y pasión. Y aunque ahora estoy viviendo una etapa de calma y amor, en mi no desapareció la pasión"">
"Desde aquella chica inocente, que hizo por primera vez el amor y quedo embarazada, a esta mujer de hoy, aprendí mucho. En el medio hubo dolor, culpa, enamoramiento, celos, indiferencia y pasión. Y aunque ahora estoy viviendo una etapa de calma y amor, en mi no desapareció la pasión"