La idea fue de Martín Kweller, de Endemol, que además de productor televisivo es médico: “¿Por qué no combinar asuntos de salud, actores de la talla de Carlos Belloso y Boy Olmi, muchos efectos especiales y dos pequeños talentosos al frente de todo?”, se preguntó, y le salió, redondito, Las aventuras del doctor Miniatura, un programa que va los viernes a las 20 por Telefe y que trae de regreso todo el encanto made in Chascomús de Rodrigo Noya y su hermanita Agustina… ¿Quién no recuerda sus diálogos con Dady Brieva en Agrandadytos?:
Dady: Así que de Chascomús... ¿Sos radical como Alfonsín?
Rodrigo: Sí, yo soy radical, mi papá es radical y Agustina también.
Agustina: (Al oído de Rodrigo) ¡No! ¡Vos sos de Independiente!
Rodrigo: ¿Y vos, Dady?
Dady: ¿Yo? Peroncho a muerte
Rodrigo: ¡Mi mamá en pinta!
Agustina: ¡No! ¡Mamá es de River!
Pasaron más de siete años de aquella escena. Desde entonces, los hermanos Noya no pararon de trabajar: ciclos infantiles, protagónicos de películas (la casi candidata al Oscar Valentín y Un mundo menos peor, ambas de Alejandro Agresti) y publicidades de tevé (la de Aerolíneas Argentinas hizo lagrimear hasta al más recio). Hoy, con doce él y diez ella, siguen siendo chicos. A él le apasiona el fútbol. A ella el chat. En los días de lluvia él juega con la Playstation. Ella viste muñecas en un sitio interactivo de Internet. Chicos como cualquier otro, salvo, claro, por esa parla adusta y los anteojos de Rodrigo...
–¿Cómo es grabar escenas a las que se les van a agregar efectos, como la nave que entra al cuerpo humano?
Rodrigo: Ah, pero la nave es un Citröen de esos viejos, que lo modernizaron.
Agustina: ¡Shhhh…! ¡No tenías que decir eso!
Rodrigo: No importa... ¡Si se van a dar cuenta!
–¿Y qué tal trabajar con Boy Olmi y Carlos Belloso?
Rodrigo: Como yo siempre digo: hay actores y actores. Están los que esperan tu pie exacto y los que siguen aunque te equivoques. Boy y Carlitos son unos grandes: vos les das cualquier pie y ellos se arreglan.
–¿Qué recuerdan de Agrandadytos?
Rodrigo: ¡Inventábamos cada historia!
Agustina: Yo volvería a ese programa...
Rodrigo: Pero Dady quiere chicos más chiquitos, porque dicen cualquier disparate.
–¿Y ustedes dos no?
Rodrigo: Bueno, sí… La verdad es que somos dos delirantes.
A las tres de la tarde en Chascomús aún existe eso que se llama siesta. A esa hora, en casa de los Noya sólo se oye a los pájaros. Desde allí sale cada mañana papá Eduardo –versión adulta del pequeño Noya– rumbo a Capital para atender la oficina de Cortes y Suspensiones de Edenor. Martita, la mamá, enseña música en el Conservatorio local y en escuelas de la zona. Santa paciencia deben tener estos padres…
–…¿O me equivoco?
Rodrigo: Y, nos peleamos bastante. Es que estamos cinco minutos bien… y veinticuatro horas mal.
–¿Por qué cosas discuten?
Rodrigo: Por celos, digamos.
–¿Quién es el más celoso?
Agustina: El, porque dice que papá y mamá me quieren más a mí.
Rodrigo: Yo de chico creía que si tenía una hermanita iba a estar más contento, pero cuando nació ésta dije: “¡Error!” (ríe).
–¿Ni un poquito la querés?
Rodrigo: Me hace rezongar, pero para jugar es lo primero que tengo a mano.
–¿Les gustaría tener otro hermanito?
Agustina: Sí. Yo quiero que sea mujer, porque si es nene me van a hacer la vida imposible.
Rodrigo: Yo también, así todos los juguetes de varón son para mí.
Dos chicos, dos mini-actores. Eso son los Noya. A Rodrigo se le nota cuando habla de los premios, de su casi candidatura al Oscar (“¡Haber sido elegidos en la Argentina ya fue un montón!”), de sus compañeros de elenco y de los ídolos: Ricardo Darín para él y Julieta Cardinali para ella, que hasta bautizó a una muñeca con su nombre. Dicen que ser famoso está buenísimo, pero que igual quieren estudiar “porque como dice papá, si no, no voy a ser nadie en la vida”.
–¿Cómo es eso?
Rodrigo: Y sí, porque ponéle que sos actor y un día sos viejo y ya no te necesitan más actuando... ¿de qué vivís?
–¿Te dan más bolilla las chicas desde que sos actor?
Rodrigo: No, che.
Agustina: (Salta) ¡Yo tengo una compañera que gusta de él!
Rodrigo: ¡Calláte, Agustina!
–Y a vos, Agus, ¿cómo te va con los chicos?
Agustina: Me gustan algunos de mi grado y algunos del grado de él.
–¿Te hace pata Rodrigo?
Agustina: (Sonríe pícara) No, porque le dije que si abre la boca… ¡lo mato!
Se hace un silencio. Agustina seguiría chocha con el tema novios, pero Rodrigo se quedó pensando en alguna otra cosa. De repente se acomoda los lentes y dice: “Nosotros, para los demás, somos Rodrigo y Agustina y hacemos todo común: vamos a la escuela y jugamos a la escondida y al fútbol”.
–Como cualquier chico…
Rodrigo: Como siempre digo: nosotros actuamos, pero fuera de eso somos dos tipos normales.
Los hermanos Noya, de doce y diez, aún viven en Chascomús. Después de un gran paso por el cine, volvieron a la tele con todo.
Agustina y Rodrigo crecieron junto a la laguna. Allí navegan, van a la Escuela Municipal Número 1, juegan al fútbol y a la escondida.
Son grandes compinches “y si discutimos es casi siempre por celos”, dice él.