En una charla íntima con GENTE, la actriz ensaya una relectura de ese antes y después que supuso poner en riesgo su vida.
No sabe de caretas. Siempre supo que sentar posición sobre cualquier cosa trae consecuencias. “Aun así lo sigo eligiendo, porque no puedo esconder quién soy”, asegura la actriz, quien hace bandera con su nombre “para militar a favor de la justicia social”, empatía que ejercitó desde chica y que hoy transmite a sus hijos cuando les recuerda “que ustedes puedan comer y otros chicos no, se debe a una injusticia: no es que ustedes se lo merecen más”. Dolores Fonzi (40) empezó a los 17 en Verano del 98, y 24 años de carrera después es consciente de los motes con los que la prensa eligió construirla y presentarla, por ejemplo, “la chica rebelde”. Al respecto, reflexiona: “Puede que yo haya sido funcional a eso o haya hablado de más, sin pensar que me ponía en peligro al exponerme tanto”. Pero no se arrepiente de ser la distinta en un ambiente en el que “es más fácil callarse y publicar un post con el nuevo jean que estrenaste”. Este año, abril fue su mes más difícil cuando, tras su primera mamografía, “me detectaron cáncer, me hicieron una mastectomía y me consideraron ‘curada’”. Seis meses después, entre filosofía, catarsis, autodescubrimiento “pero sin lecciones aprendidas”, ensaya una relectura de ese antes y después que supuso poner su cuerpo “por un derecho de todas”.
¿Se supera haber tenido cáncer? Y teniendo en cuenta lo estigmatizante que es padecerlo, ¿no?
–Es raro... Es algo que empezó este año, pero siento que no termina. Tuve mucha suerte y no me puedo quejar, porque los cuadros de esa enfermedad, como ya sabemos, son una mierda y hay tantas posibilidades distintas de enfermedad como de personas que la padezcan. A mí me tocó uno muy leve: no tuve que hacer quimio ni rayos, pero a la vez tuve cáncer y es algo que vas aprendiendo a entender. Me acuerdo perfecto que a la mamá de un amigo le dijeron que tenía cáncer al mismo tiempo que a mí. Ella murió cuando a mí ya me lo habían sacado del cuerpo, se había mandado a analizar y me dijeron que no me había quedado nada.
–¿Eras de hacerte chequeos?
–No, porque dicen que las mamografías hay que hacerlas a partir de los cuarenta. Y en mi primera mamografía me lo detectaron. Es algo que no terminás de entender para qué ni por qué. Un día estás bien y al segundo cambia todo.
–¿Le tenías miedo a la muerte?
–Sí, y ahora lo perdí del todo. ¡Claro que del cagazo me paralicé! Primero no creés posible que eso te suceda... hasta que te pasa, como todas las tragedias de la vida, y no hay mucho que hacer más que atravesarlo.
–Fue un proceso muy corto.
–Claro. Todo pasó este año y aún estoy en un proceso de entender. El 8 de abril me dijeron: “Es maligno. Te tenés que operar”. El 26 de abril me opero y el 8 de mayo están los resultados del genético de lo que me habían sacado, y estaba todo bien. Para mí es un viaje sin fin, y muy personal y subjetivo. Tuve una suerte enorme, porque el tratamiento fue poco invasivo, más allá de que fue una cirugía mayor y mastectomía.
–Y seguís teniendo los senos.
–Sí, me sacaron la glándula. De los panoramas posibles fue el mejor de todos, pero podría no haber sido. Y uno nunca sabe. Aunque haya pasado por esto, hay gente que pierde familiares de esa manera. No sé si hay una razón y todo puede tener un porqué, pero no sé si me interesa buscarlo.
–¿Sentís que puede haber una enseñanza?
–Siento cierta impunidad: “Padecí esto. ¿Qué me vas a venir a contar?”. Tampoco quiero bajar línea al respecto. Ni el Estado ni nadie debería venir a decirte qué hacer ni cómo. Creo en la libertad de los derechos. Por eso, si alguien tiene una enfermedad de esta índole, debería funcionar muy bien la salud públicamente, clínicamente, en todo sentido.
–Se consume la enfermedad con las ideas que ya nos instalaron, con un chip de vida o muerte.
–Claramente. Te informan: “Tenés cáncer”. Y respondés: “¡¿Quéee?! Ah, listo. Chau, me muero”. Después te dicen: “Ah, pero ya no tenés más cáncer”... Entonces: “¡Ah, pero cómo... ¿Y ahora qué?”. “Dale, volvé a la vida, a laburar”. Y no. Tengo que recalcular y vamos viendo.