Dio el portazo en julio de 2008, tras cinco años y medio de fidelidad kirchnerista. Desde entonces, se habló de su agotamiento físico y mental, de que el conflicto con el campo lo había desgastado, de una relación difícil con Néstor Kirchner y de su distanciamiento de la presidenta, Cristina Fernández. El ex jefe de Gabinete, Alberto Fernández, se permitió disparar críticas y hacer autocríticas pero, a casi un año de aquella renuncia, sigue usando el “nosotros” para referirse al proyecto que encarna el matrimonio presidencial.
–¿Quedó conforme con el armado de la lista del peronismo en la Ciudad?
–No es lo que siempre propusimos. Cuando yo me hice cargo del peronismo en la Ciudad, había sacado 2,5 por ciento de los votos. Nosotros planteamos una integración con las fuerzas progresistas y no nos fue tan mal: Rafael Bielsa sacó el 20 por ciento y logramos poner un candidato (Daniel Filmus) en segunda vuelta. Yo intenté que, con Aníbal Ibarra, tuviéramos un frente único. No lo logré, y me sometí a lo que nuestro espacio resolvió, que fue poner a Carlos Heller.
–El electorado de la Ciudad les es históricamente esquivo.
–Sí, alguna vez dije que no entendía cómo votaban los porteños.
–Dijo que votaban “como una isla”.
–Y fue una frase que no debí haber dicho. Me arrepentí. Fue muy soberbia. Pero me gustaría que el peronismo pudiera revisar el vínculo con los porteños. Me parece que todavía no pueden reconocer la extraordinaria recuperación económica que tuvieron con el gobierno de Kirchner.
–¿Todavía se siente parte del proyecto kirchnerista?
–Claro. Pero al mismo tiempo creo que debe ser amplio, de puertas abiertas, que permita el debate y escuche las diferencias, como fue en un inicio.
–¿Le parece que sigue teniendo esa base pluralista?
–Bueno, evidentemente las cosas se han complicado. Nosotros construimos un acuerdo, del que inclusive participó gente de otros partidos, como Julio Cobos. Creo que todo esto se ha dificultado. Sigue habiendo una demanda social de generar un polo de centro izquierda que ofrezca gobernabilidad y capacidad de gestión, y Kirchner fue una muestra de que se puede gobernar Argentina con criterios progresistas.
–Entonces el pluralismo se fue achicando.
–Después de la crisis del campo, mucha gente que nos acompañaba dejó de hacerlo. Pero estoy seguro de que no están encontrando una propuesta superadora en la oposición.
–¿Está de acuerdo con las candidaturas testimoniales?
–Uno puede verlo desde el lugar que lo plantea el radicalismo, que dice que los candidatos, en realidad, no van a asumir. Pero el votante sabe que no van a asumir. O sea que el supuesto fraude no existe. Pero también podríamos pensar que muchos intendentes no tenían necesidad de someterse al voto popular y sin embargo lo hacen, porque prefieren dar la cara y garantizar que el proyecto no caiga. Visto así, tendría un sentido valioso, de compromiso.
–¿Usted hubiera aceptado ser candidato?
–Entiendo que éste no es el tiempo en que yo deba ser candidato ni funcionario. Me fui porque entendí que había un ciclo terminado y que podía ayudar a impulsar un cambio en el Gobierno.
–¿Y ese cambio se dio?
–Tal vez no todo el que yo esperaba. Pero abrió un debate interno, que hoy subsiste.
–Si todavía fuera jefe de Gabinete, ¿hubiera aceptado una candidatura testimonial?
–Es una pregunta hipotética. Pero no me sentiría afectado por los argumentos que la oposición esgrime.
–La oposición no peronista también dice que un PJ dividido es un “engaño al electorado”.
–Bueno. A mí me preocupa mucho que llamemos peronismo a Mauricio Macri y a Francisco de Narváez. Son dos empresarios que descubrieron, en la madurez, el capricho de hacer política. En mi opinión, allí no hay una propuesta peronista, sino neoliberal.
–¿Como está su diálogo con la Presidenta?
–No hemos vuelto a hablar. No hubo necesidad.
–¿Y con el ex presidente Kirchner?
–Con él sí, hablo periódicamente, cuando tenemos que hacerlo.
–¿Qué deudas tiene la gestión kirchnerista?
–Varias: erradicar definitivamente la pobreza; mejorar, aún más, la redistribución del ingreso; terminar con el desempleo; mantener el ritmo productivo que habíamos alcanzado en estos años; lograr inversiones genuinas…
–¿Usted está trabajando en una eventual candidatura de Daniel Scioli para el 2011?
–Scioli es una de las personas que más quiero en política. Es humanamente extraordinario. Logramos una buena amistad cuando él era vicepresidente, y yo le tengo un afecto entrañable. Como gobernador ha sorteado momentos difíciles y está haciendo una gestión buena. Hablo mucho con él y tengo el honor de que escuche mis opiniones. No estamos trabajando en ninguna postulación, pero lo valoro como amigo, persona y político.
–¿Cuál es su visión sobre la situación de Cobos ahora? ¿Cree que debe renunciar?
–Cobos no tiene que renunciar, es el vicepresidente. Eso no quiere decir que me parezca bien lo que hizo, y él lo sabe. Yo tengo una buena relación con Julio, lo respeto mucho. Pero creo que no midió las consecuencias que podía acarrear el accionar que tuvo en los días del conflicto del campo. Hizo lo que los medios y la gente querían de él, y lo resolvió de la peor manera en términos institucionales.
–¿Hoy en día tiene relación con Cobos?
–Hablo de tanto en tanto.
–Es curioso. Usted es crítico con el Gobierno en algunos aspectos, dice que habla con Cobos, y todavía no es considerado opositor…
–Es que no soy opositor. Soy fundador de este proyecto, soy parte, no voy a renunciar a él. Pero quiero dar el debate adentro, porque sigo creyendo que es el proyecto de la gente. Y era un proyecto abarcativo, plural, amplio. No era un espacio cerrado, donde no se permitía el debate. Era generoso, todos teníamos cabida, y yo quiero seguir promoviendo eso.
–Pero no parece que hubiera margen para hacer críticas.
–El que quiere, puede hacerlas. Tal vez muchos piensen que no, pero yo puedo y no creo que nadie me expulse por eso; porque no lo estoy diciendo desde el lugar de Carrió, que espera el Apocalipsis para que todo se caiga. Lo digo sabiendo la inmensa capacidad de trabajo de Kirchner. Sé lo que es capaz de hacer. Por eso soy tan exigente. Es como la maestra con el mejor alumno. Lo que digo no es para lastimarlo, sino para que salga el mejor Kirchner.
–¿No le parece que Kirchner fue apocalíptico diciendo que si pierde el Gobierno volvemos al 2001?
–Creo que él quiso decir otra cosa y eligió un mal modo. Supongo que quiso decir que, votando a los opositores, la gente estaría eligiendo a muchos de los que colaboraron con un modelo que llevó a la Argentina a la decadencia.
–O sea que si al Gobierno le fuera mal en las elecciones no pasaría nada grave...
–El Gobierno va a ganar las elecciones. Lo que creo es que las expresiones alternativas son de muy poco contenido, de mucho retroceso y no dan garantías de gobernabilidad.
De cara a las elecciones, el ex jefe de Gabinete dice: “Después de la crisis del campo, mucha gente que nos acompañaba dejó de hacerlo. Pero no están encontrando una propuesta superadora en la oposición”.
“Sé lo que es capaz de hacer Kirchner. Por eso soy tan exigente con él. Es como la maestra con el mejor alumno”.