La valija estaba lista. Para ser exactos, eran seis bolsones los que estaban preparados. Porque en medio de tantas giras, shows y presentaciones particulares, nadie podía asegurar dónde iba a nacer la criatura. Y Soledad Pastorutti –29 años, La Sole–, prefirió ser precavida y dejar listo un equipaje para cada viaje pautado por estas fechas. Incluso, el último 24 de mayo, cuando brindó un multitudinario recital por los festejos del Bicentenario –ante un millón de personas, sobre la avenida 9 de Julio–, hubo una falsa alarma y un amague de ingreso a una clínica, debido a unas fuertes contracciones que se hicieron sentir en su panza de ocho meses. “¡Este momento histórico no me lo podía perder!”, había dicho desde el escenario en aquella oportunidad, con el necesario bolsito a cuestas.
Finalmente, el gran día la sorprendió en Rosario. A ella y a su amor, Jeremías Audoglio, con quien se casó hace tres años. El jueves 10 nació Antonia, su primera hija, pesando 2,700 kilos y en perfecto estado de salud, en el Sanatorio de la Mujer de la ciudad santafecina. Su llegada al mundo, sin embargo, no fue del todo sencilla. Tras doce horas de trabajo de parto, los médicos decidieron programar una cesárea.
“Sufrió lo que se llama una falta de progresión en el trabajo de parto, pero la mamá fue muy valiente en todo momento”, comentó el doctor Federico Binner, médico de La Sole.
Jeremías, el primerizo papá, arrimó detalles: “la gorda se la bancó bien. No quiso poner en riesgo a la beba, pero venía con una vuelta de cordón al cuello. Eso no permitía que se encajara como debía… por suerte, ¡salió todo perfecto! Hasta los médicos lloraron. Lo único que le faltó fue el poncho a la madre. Había mucha alegría ahí adentro –declaró–. Cuando me la entregaron en mis brazos creí que me moría. Fue una emoción enorme. Estaban mis padres, mis suegros, hermanos, primos, ¡todos! ¡Copamos el sanatorio! Y terminamos rodeados de médicos y enfermeras. Es la primera vez que lo veo a Omar (Pastorutti, padre de Soledad) tan emocionado y eufórico. ¡Antonia es la primera nieta!”, sumó. ¿Su único pesar? No haber podido ingresar al quirófano a acompañar a su mujer.
Pero el pico de emoción lo protagonizó la propia Soledad, cuando escuchó de la voz de su obstetra confirmando las sospechas: “¡Es una nena hermosa, mami!”, le anunciaron, un dato que, hasta ese momento, la megaestrella de Arequito no sabía ni quería conocer. “Soy una mujer tradicionalista. Hay cosas en las que la tecnología ayuda y resuelve. En este caso, para mí era maravilloso no saber el sexo. No me cambia la vida si la cortina del cuarto es rosa o celeste”, argumentaba ella en pleno embarazo, con su habitual sencillez. Ergo, el misterio recién llegó a su fin a las 19.30 del jueves 10, con la llegada de Antonia.
Mientras la reciente mamá se descubre en un nuevo rol como mujer (“se prendió al pecho enseguida”, aseguró), comenzó la eterna pelea por los rasgos en común. “Todos dicen que de la boca para arriba es muy parecida a mí, pero le vamos a dar un tiempo para que mejore”, comentó Jeremías, con el pecho inflado por los pasillos del sanatorio. Además, se animó a las bromas: “cuando llora, es una mezcla de Soledad con Valeria Lynch. No sé si afina, pero esperamos que sea la heredera”, contó, con una sonrisa completa.
¿Un dato dicho al oído? La pareja decidió preservar las células madre del cordón umbilical en un banco médico especializado en el tema. ¿Otro? Solicitaron un amparo para evitar fotografías de la criatura. De todas formas, antes de abandonar el sanatorio, los papis accedieron a presentar oficialmente a Antonia, a bordo del auto que los llevaba de regreso a Arequito.
“Es el lugar ideal para criar a nuestra hija. Allí los chicos son más libres, no hay ansiedad ni apuros. Menos, inseguridad. Y mientras no tenga que cumplir con el colegio, viajará con nosotros a todos lados. Desde que tengo a Antonia conmigo, no puedo parar de llorar”, cerró Soledad, renovada, dichosa y dispuesta a vivir plenamente su feliz presente. ¡Felicitaciones!
El domingo 13, antes de dejar el sanatorio, la pareja se tomó tiempo para saludar a todos los médicos y enfermeros que los asistieron. Luego viajó hacia Arequito, rumbo a la paz hogareña.
Jere y Sole se conocieron en la Escuela de Educación Media para Adultos, de Arequito. Tras siete años de noviazgo, se casaron en abril de 2007 con una ceremonia en la Iglesia Nuestra Señora del Rosario de su pueblo natal.