Fue el Isidoro Cañones de los 70’. Era a quien mejor le cabía el personaje del porteño canchero, ganador, mujeriego, una especie de depredador del sexo opuesto. En Gorosito y Sra. y Los Campanelli, dos de sus grandes éxitos en la tele, era un winner capaz de romper corazones a cada paso. Hoy sonríe y dice que se considera un galán re maduro, el de los veteranos. “Ja, antes era delgadito, joven, estaba potable. Hoy no me puedo quejar. Y ahora, con 75 pirulos, me voy a laburar a un circo, a moverme, a bailar. Dios me tocó con la varita. Tuve muchos problemas de salud a los 40. Pero ahora estoy fenómeno. Me hago chequeos permanentes. No te olvides de que tengo sólo un riñón y medio estómago”, cuenta mientras ensaya su show, que estrenará en Mardel, en el circo Rodas, el 25 de diciembre. Ya alejado del escenario de Barbierísima, la revista de la que sigue siendo autor y director, acepta hablar del tema que lo puso en el centro de las miradas: su supuesta relación con la voluptuosa Ayelén Paleo (20), 55 años menor que él, que derivó en su separación de Carmen Barbieri (56), su mujer durante un cuarto de siglo.
–¿Por qué eligió el silencio tras su separación?
–Me da pena que Carmen la esté pasando tan mal. Y eso es porque ve todos los programas y a cuanto idiota habla. Además, está rodeada de gente que la llama desde las 8 de la mañana. Yo decidí no ver nada más que noticieros. No me entero de nada. Me importa tres rábanos. No es que la esté pasando de película, eh. También me quedé solo, estoy triste. Es normal: fue una pareja que tuve durante 25 años. Pero de ahí a estar todos los días pá, pá, pá, nooo... Tampoco contarle a la gente lo que pasa en mi vida. Ahora no tengo casa, nada. Voy a comer solo. Pero me la banco.
–¿La separación le dolió o lo liberó?
–Me dolió más que nada por Carmen. A ella le hizo mucho daño. Yo tengo otra integridad, no sé si más fuerza. Pero no estoy tan hecho pelota. Cada vez que hace una nota le sale toda la bronca de adentro.
–Santiago, hasta ahora hizo una descripción de la separación. ¿Reconoce algún error? ¿No admite que le fue infiel con Ayelén Paleo?
–No te lo voy a responder. Seguiré callando.
–El famoso mail que circuló –del que Carmen dio detalles y dijo haber sacado del tachito de basura de su correo electrónico–, en el que usted le declaraba su amor a Ayelén, ¿existió o no?
–¿Alguien sabe sacar cosas del tacho de basura? A mí me parece raro. No sé. Si existe la posibilidad, algún técnico en computación lo podrá decir.
–Tengo entendido que si uno no vacía la papelera, queda ahí unos días. Distinto es si recibe un mail, porque lo borra o lo deja.
–No tengo la menor idea.
–¿Pero escribió o no el mail? ¿Lo niega?
–Me la paso escribiendo mails. Con mi hijo, a diario.
–Me refiero al de la chica, Santiago.
–¿Qué chica?
–Ayelén Paleo.
–¿Cómo le voy a escribir un mail? No.
–¿Quiere decir que Carmen lo inventó?
–No sé decirte. Le tenés que preguntar a ella.
–A usted le adjudican la autoría, por eso pregunto.
–También dicen que me quedé con 400 mil dólares. No tuve en la vida 400 mil juntos. Escucho tantas pelot... A lo mejor, si tomé algo –que además me pertenecía–, deben ser cuatrocientos.
–Se dijo que le había comprado un auto a Ayelén.
–No tengo idea. Para mí fue una compañera de trabajo, nada más.
–¿Por qué cree que otras chicas del elenco salieron a decir “a mí también me tiró los galgos”. Le pido un favor: si es un tirador de perros profesional, aproveche la oportunidad y confiéselo.
–Nada que ver. ¿A esta altura de mi vida? Llevo 50 años de profesión. Pregunto: ¿durante los 49 anteriores alguien dijo algo de esto? Te voy a explicar qué pasó. Al haber tomado Ayelén la notoriedad que tomó, todas quisieran ser Ayelén. Hay una chica, pobrecita, Noemí Ramella, que es una primerísima bailarina, una chiquilina que la tenemos hace cuatro años en la compañía. Una persona correctísima, que no sé qué le pasó. Le pusieron un micrófono y largó. Las que tienen tetas y culo quieren ser populares.
–¿En quién confía de Barbierísima, obra que por otra parte usted escribió y dirige?
–En todos. A Carmen le tengo un cariño entrañable. A mi hijo Federico, que está como asistente mío, también. A Germán Kraus, a Emiliano Rella, a Fernando Ramírez, a Zulma Faiad, a todos los chicos del ballet... No tengo nada en contra de nadie.
–La bailarina Noemí Ramella le dijo a Ayelén: “Te enganchaste al viejo que te pagaba; sos gato...”.
–Muy feo. Hasta hace unos días –cuando la estaba dirigiendo– me decía “sí, señor”. El miércoles, como director y autor, voy a ir a ver la función, y cuando yo llegue se le va a fruncir el c... a más de uno. Voy a pasar a saludar a todos los que se fueron de boca.
–¿Le molesta la presencia de Beto César, ex de Carmen, en Barbierísima?
–Hace años que Carmen me pide que lo traigamos, porque anda siempre más o menos, pero yo no acostumbro a traer contadores de chistes. Ahora, cuando se produjo mi deserción sí lo llamé, porque cubrió mi sketch. Hace un monólogo estupendo.
–Carmen dijo haber descubierto que Beto César es mejor amigo que lo que fue como amante.
–Me parece bárbaro. No quiero que se vea comprometido, porque tiene una familia. Si Carmen tuviera algún amor –que no va a ser él, con toda seguridad– y la hace feliz, me encantaría, me alegraría muchísimo.
–Pero usted dijo que le gustaría volver con ella.
–Sí... Pero ella no quiere. Así que si no quiere, por lo menos que tenga la posibilidad de ser feliz.
–¿Cree que con el tiempo se van a reconciliar?
–Yo no creo nada. Ya pasaron como cuatro meses.
–Insisto: ¿no considera que cometió errores y que por eso está separado de Carmen?
–Sí, claro.
–¿Cuál error?
–No lo voy a decir. Pero no se produjo una separación: ella a mí me echó. Me mandó toda la ropa para la casa de Maschwitz.
–Ahora Carmen dice que también se va a tener que ir de ahí, que pone en alquiler esa casa donde usted vive. Y que ahí usted estuvo con Paleo.
–Jaaa. Muy gracioso lo que dijo de Ayelén. De ahí me tengo que ir ya; eso me dijo. El miércoles que viajo a Mar del Plata se la dejo. Estoy juntando todas mis cosas en lo de mi hijo Mariano.
–¿Duele eso?
–Sí, bastante. Trabajamos mucho juntos estos 25 años. Y yo compré muchas cosas y las puse a nombre de ella.
–¿Entonces hay bienes que también son suyos?
–No. Todo está a su nombre: una casa, tres departamentos, dos coches. Porque yo no quería ni quiero que cuando sea una mujer grande tenga que depender de un bolito para poder subsistir. Yo me arreglo como puedo.
–¿Todo eso no lo compró Carmen sola?
–No, con dinero de los dos.
–¿Y por qué no se va a vivir a uno de los departamentos?
–Es que me dijo: “¿Cuándo me dejás la casa y me devolvés el auto?”. Entonces dejo la casa el miércoles, y cuando llego a Mardel le estaciono el auto en la cochera de un departamento hermoso que compramos el año pasado. Y buenas noches, mucho gusto. Paro un taxi y me voy.
–¿No da para decirle: “Carmen, algo me corresponde”?
–No, no, no.
–¿No va a reclamar nada?
–No, no si ella lo siente así. No tendría que sentirlo así. Tendría que decirme: “Quedate con esta casa o con este departamento”. O no reclamarme el coche. Pero me reclama todo y se quedó con todo. Y yo lo entrego. Si este mal momento que está pasando se arregla con plata, o eso la tranquiliza, mirá qué fácil... Soy muy joven. Tengo muchas posibilidades por delante. Además, de última tengo para alojarme la Casa del Teatro, donde hay un par de amigos que me esperan. Con lo que cobro como autor y director de Barbierísima, y lo que voy a percibir en el circo me arreglo, no sé cuánto tiempo.
–¿Le provoca angustia esta situación?
–Me da pena que haya tomado esa determinación, es muy feo.
–Ella puede defenderse diciendo que es muy feo lo que usted le hizo.
–Sí, y tiene todo el derecho del mundo; además es verdad.
–¿Qué es verdad, Santiago?
–Es verdad que tiene que sentir eso.
–¿Insinúa que no es verdad que usted estuvo con Ayelén? No entiendo.
–Yo no dije que es verdad, ni que no lo sea. Lo que te explico es que si todo ese dolor se va con una casa y un coche, tomá y sé feliz.
–¿Le afecta escuchar cuando sostiene que cuando usted estuvo muy enfermo ella siempre permaneció a su lado?
–Todos los días tengo que escuchar eso. Y le agradezco tanto... Y que “gracias a ella estoy vivo”. Todo esto es maravilloso ¿Y? ¿Ahora qué? ¿Tengo que inmolarme?
–¿Por qué está enojado con sus otros hijos, Federico (de Carmen Barbieri) y Julieta (de Silvia Pérez)?
–Ando mal con los chicos. Se me rompió la familia. El único que me da bola es Mariano. Fede hasta ahí nomás... Se quedó a cargo de la mamá. Y con Julieta estoy muy mal. Ella me mandó un mail que no me gustó. Prefiero no entrar en detalles.
–¿No va a responder a lo que dijo Carmen en el teatro: ‘Al viejo no se le para’?
–Sí, yo no escribí eso. No respetó al autor, y además no es verdad.
–¿Toma algún medicamento?
–Sí, cosas de viejo, de ésas que dan para la próstata. Pero el resto funciona todo bien. No necesito nada más. ¿Se entiende?
El actor y productor en Viceversa, la escuela de arte de Palermo donde ensaya el show que presentará en el circo Rodas el 25 de diciembre. “Me sedujo la propuesta. Si no, tenía que sentarme en el banco de una plaza a esperar que me llegue la muerte”.
Después de 25 años en pareja Bal y Carmen Barbieri, se separaron. ¿La tercera en discordia? La pimpante Ayelén Paleo. ¿Existió algo entre ambos? “Te voy a explicar qué pasó: al haber tomado Ayelén la notoriedad que tomó, todas quisieran ser Ayelén”, aclaró –poco– Santiago.
Santiago Bal con sus nuevos compañeros del circo Rodas. “Ricardo Cacho Cristofani me llamó y me hizo la propuesta. Me animé y acepté. Pasé tres días escribiendo la rutina. Tiene música, una presentación con una película, las mujeres del circo con las que mantengo diálogos, y hago mis pasitos de baile”, resumió el guionista.