El domingo 28 de junio, sobre el escenario del teatro Colón habrá una orquesta de 40 músicos. También cuatro coros polifónicos. La dirección será del maestro Gerardo Gardelín, con quien colaborarán cuatro arregladores sinfónicos. Y una banda pop. En el medio, con su voz imponente, Valeria Lynch (63, casada con el brasileño Cau Bornes, cuya hija Tais vive con ellos; dos hijos, Federico y Santiago, fruto de su matrimonio con Héctor Cavallero).
“Es un sueño hecho realidad. Ya estuve allí con Las Elegidas, con los duetos, pero tener mi propio concierto... me da cosita”, dice en una de las 14 escuelas que conduce, rodeada por discos de oro y platino, donde cientos de chicas sueñan con emularla.
–¿Con semejante carrera te da “cosita”...?
–Y, es único, un privilegio. Es decir: “¡Dios mío, me tocó esto, por fin!”. Entre los artistas populares sólo dieron un recital solos Mercedes Sosa, Charly García, Gustavo Cerati, y ahora yo. ¿Cómo no me voy a sentir ansiosa, nerviosa? Hay artistas que nunca entraron. El Colón es nuestro patrimonio cultural. Y agradezco poder pisarlo.
–¿Cómo se gestó este evento?
–El año pasado, Avelino Tamargo me preguntó si me animaba. Y dije: “Obvio”. Después... me quería matar. Es bravo, diferente a todo lo que hice. Tuve la suerte de cantar en el Carnegie Hall, y es lo mismo: un teatro dedicado a la lírica, que de vez en cuando se abre a lo popular. Nunca imaginé que iba a tener mi concierto en el Colón. Será como decir: “Tarea cumplida”. Se lo debo a la gente, porque después de tantos años sigo llenando estadios. Perdurar y no ser apenas una moda es muy difícil. Sobre todo una mujer como yo, que se maneja sola. No tengo un empresario atrás. Armo mis propios espectáculos.
DESPACITO, SUAVEMENTE... Valeria concibió con mucho cuidado este show: la presentará el Negro González Oro y habrá sólo dos invitados: María Graña, con quien cantará un tango, y el chileno Luis Jara. Además, Sony grabará los dos conciertos para un DVD (filmado con ocho cámaras) y un CD.
“Voy a hacer versiones sinfónicas de la mayoría de mis éxitos. Son mis canciones, pero las escucharán de otra manera, más grandiosas. Y están las que más se adaptan a lo sinfónico. Qué ganas de no verte nunca más, por ejemplo, no la haré... También cantaré cosas por primera vez. Hay un tema de mi juventud, de un hombre del rock, pero no lo voy a decir...”, aclara.
–A ver si me ayuda la intuición... ¿No irás a hacer Muchacha ojos de papel, de Spinetta?
–(Calla un momento)... Bue... Sí, será un homenaje. Pero por favor no lo dig... Bah, ¡decilo! Yo hacía rock: empezamos al mismo tiempo. Cantaba en Hair y el Flaco iba a buscar a su novia. Me decía “hermanita”, porque era re flaca y tenía los rulos como él. El otro día me encontré con Dante en los premios Gardel y me contó que su hija canta Señor amante, un tema mío. ¡No lo podía creer!
–Recién mencionaste tu concierto en el Carnegie Hall. En esa oportunidad, un crítico de The New York Times dijo que sos una de las cinco mejores voces del mundo.
–¡Ay, me da vergüenza cuando me lo recuerdan! El que lo escribió es un atrevido... Pero bueno, me encantó que lo dijeran. El periodista ni me conocía, y parece que le gusté. Me comparó con mis grandes ídolas: Barbra Streisand, Whitney Houston, Mina... Jamás lo digo... Pero fue impresionante.
–No es la primera vez que te pasó algo semejante. En 1985, en Japón, le ganaste un concurso nada menos que a La Toya, la hermana de Michael Jackson.
–Fue en el Budokan de Tokio, un estadio tremendo. Ella estaba como ganadora, pero me eligieron porque se dio vuelta el jurado. Dijeron que si no los dejaban votarme libremente, se retiraban de la competencia. Para mí fue fabuloso, pero para ella no: le regalaron un DX7, el teclado de Yamaha que estaba de moda por esa época, jaja. Lo que pasó es que Michael todavía no había ido a Japón, y querían que fuera. Entonces armaron todo. Tenían hasta un video de su hermano felicitándola por el triunfo. Pero no les quedó otra que hacer las cosas por derecha. Yo estaba sola, sola...
–Afuera te pasó todo eso... Pero en nuestro país, donde siempre fuiste popular, te costó mucho alcanzar un lugar de prestigio en el medio, en la crítica.
–Acá la gente, o cierto periodismo, es muy prejuiciosa. Criticaban que cantara canciones de amor. Frank Sinatra cantaba canciones de amor y no lo cuestionaba nadie. Pero lo hacía en inglés. Cuando era más joven me molestaba, pero ahora no, me resbala todo. Yo soy ésta, auténtica. No reniego de nada. El prestigio me lo gané luchando mucho. Los detractores me sirven para ver lo que conseguí. Y te digo algo que no me avergüenza admitir: merezco cantar en el Colón. Lo voy a disfrutar. Uno puede ser popular y cantar ahí. ¡Estoy hecha!
–¿Ya está?
–No, jaja... ¡no estoy hecha nada! Pero es la frutilla del postre.
–De todos modos, cada vez que se abrió el Colón a un artista popular hubo polémica. –Siempre. Pero no sólo vendí una función: haré dos. Además, todo el mundo merece conocer el Colón. Y mucha gente lo conocerá porque canto yo. Lo digo porque me han parado para decírmelo.
–¿Cuando estés ahí arriba, sola, de quién te vas a acordar?
–De Alejandro Romay. Fue mi padrino artístico de la primera hora, el que me dio la oportunidad de presentarme en un canal de televisión. Tenía 16 años. Todavía no me llamaba Valeria Lynch, porque mi nombre es María Cristina. Valeria fue por una novela que hacía Dora Baret y se llamaba Los hermanos. Siempre dije que cuando fuera famosa me iba a llamar así. Y Lynch me lo puso el productor Jorge Torres, buscando un apellido en la guía telefónica. Estoy contenta, feliz y agradecida: a Dios, a la vida y a los que me van a acompañar.
Valeria se presentó en los principales teatros y estadios –Carnegie Hall de Nueva York y Budokan de Tokio, entre otros– y compartió escenario con figuras de la talla de Ray Charles, Rod Stewart y Tina Turner.
“Los vestidos de Valeria para el Colón –cuya prueba final se hará cerca de la fecha de la presentación– están inspirados en el teatro. En la primera función lucirá un vestido robe manteau, como un tapado largo que forma una gran cola, todo en tul de seda natural bordado en cristales y canutillos, con gran cuello y solapa”, Claudio Cosano.
“El segundo es de hombros desnudos, muy al cuerpo, que le hace una cintura mínima, con una falda de tablones en raso de seda natural. Ambos serán negros. Además, son vestidos hechos especialmente para una cantante, que debe elongar bien su capacidad torácica. Otra cosa a tener muy en cuenta es el largo de la falda de adelante, para que no corra ningún riesgo de pisarla. Por último, algo que aprendí haciendo ropa de teatro: que tengan libertad las mangas, para que pueda expresarse”, Claudio Cosano
“Ella es una mujer muy voluptuosa, alta, con mucho busto y gran presencia. Yo cuido que quede estilizada. Cuando vino a verme el año pasado le cambié el estilo. Usaba mucha corsetería y se la quité. Por eso se habla de una nueva Valeria”, Claudio Cosano.
“El Colón es único. Entre los artistas populares sólo dieron un recital individual Mercedes Sosa, Charly García, Gustavo Cerati, y ahora yo. Es decir: ‘¡Dios mío, me tocó esto, por fin!’
En una habitación de la sede de su academia en Barrio Norte guarda buena parte de sus discos premiados. Tiene 5 de Oro, 4 de Platino, 2 Doble Platino, 2 Triple Platino y 5 Multiplatino. Además, ganó el Grammy Latino a la Trayectoria.