Como un grupo de estudiantes en un día de campo. Así están las diez tremendas mujeres que llegan a bordo de una combi a Pedro Chico, cerca de Chascomús, donde disfrutaron un riquísimo asado.
Haciendo chistes como Pata Villanueva (“¿Saben qué cuatro animales necesita una mujer? Un jaguar en la cochera, un visón en el placard, un tigre en la cama y un ganso que la mantenga”), bromas en voz baja porque Adriana Aguirre decía que no tenía un jean para las fotos –algo que no sucedió–, riendo con la propuesta de Beatriz Salomón, que todas terminen viviendo juntas en La Casa del Teatro o la pregunta de Luisa Albinoni que, por lo largo del viaje, inquiere si todas se pusieron pañales para adultos, hasta la promesa de algunas de bajar unos kilitos con el personal trainer Daniel Meaglia, presente en el lugar, al que lleva grupos con ese propósito.
Las risas se terminan cuando el director, José María Muscari, talla para ordenar, en cada foto, a sus Extinguidas, que debutarán en el teatro Regina el viernes 19 de junio con una obra que él define así: “En los 80’ ellas fueron un cuerpo, una imagen, íconos desde lo físico. Ahora son tridimensionales. Quiero que tengan la posibilidad de mostrar su sensibilidad”.
Naanim Timoyko, Silvia Peyrou, Luisa Albinoni, Noemí Alan, Beatriz Salomón, José María Muscari, Mimí Pons, Patricia Dal, Adriana Aguirre, Sandra Smith y Pata Villanueva en Pedro Chico, una espectacular estancia de Chascomús.
ADRIANA AGUIRRE. “Me siento eternamente joven, quizás porque estoy sana, tengo una vida feliz y un buen cuerpo. Pero todos llevamos una asignatura pendiente, y la mía es la maternidad. No me falta plata, marido ni trabajo, pero mi tristeza es que no pude tener hijos, como muchas mujeres. Entendí que en la vida no se puede poseer todo”.
BEATRIZ SALOMON. “Las ochentosas somos más glamorosas que las chicas de hoy. Eramos más naturales: no teníamos tanto bótox ni rellenos. Hoy a los 20 son muñecas siliconadas, chabacanas, cuentan con quién se acostaron o que son swingers. Tampoco existen los grandes maestros como Sofovich. Las usan y las tiran. Por eso nosotras seguimos estando. ¿El escándalo por culpa de Ferriols? Sigo en juicio con los que me hicieron daño. Fue siniestro”.
PATA VILLANUEVA. “Fui el patito feo de mi familia. Mi mamá era de la Acción Católica. Me ocultaba: pensaba que las modelos eran trolas. Papá era divertido. Lo adoraba. Dijeron infamias de mí. Las desmiento. Por ejemplo, nunca me drogué: lo detesto. La del robo de un sombrero en Harrod’s en Londres fue una amiga mía, Isabel. Nos agarraron en la puerta, y yo era la famosa. De Lole Reutemann también dijeron, en Inglaterra, que había robado un guante. Tuve muchos hombres. Uno me dejó: Héctor Cavallero, por Valeria Lynch. Me mató.”
NOEMI ALAN. “Cuando nosotras estábamos en la tele, primero te hacías conocida por tu trabajo, y después por ahí te estallaba algún escándalo. Hoy es al revés. En la época de Hiperhumor, cuando pronunciaba ‘la tanguita... después de la tandita’, Alejandro Romay me decía que me salían estrellitas de los ojos. Yo no me daba cuenta de lo que provocaba en los hombres, en serio. Más adelante caí en adicciones y depresión”.
MIMI PONS. “A Extinguidas me lo mandó mi hermanita. Me hubiese gustado volver a las tablas con Norma. Cada día siento más su ausencia, la necesito. Tengo dos hijos que me adoran, pero con ella vivíamos en el mismo edificio, charlábamos mucho. Por mi esposo, Alberto González, dejé de trabajar en el mejor momento de mi carrera, a los 32 años”.
PATRICIA DAL. “Extinguidas es muy divertida. Cuando yo trabajaba con cómicos como Porcel y Olmedo, les daba el pie para rematar. Acá lo hacemos nosotras. Me preguntás si Porcel me maltrataba... Yo tuve algunos problemas con él. ¿Sabés qué pasaba con el Gordo? Vivió su vida a la sombra de Olmedo, que era tan buen tipo, tan maravilloso, que era difícil que no se sintiera opacado”.
SANDRA SMITH. “Hoy parece que si no estás en los medios o en la tele, no existís. Y no es así. La gente nos tiene en el corazón. Estuve muchos años con Francis Smith. Primero éramos Los Angeles de Smith, y luego creamos Sandra Smith y sus Angeles. Los dos grupos actuaban al mismo tiempo, y cuando llegaba el que no estaba yo, me reclamaban. Fue groso”.
LUISA ALBINONI. “Siempre se habló de gatos en este medio. No sé, pero entonces tuve ocho parejas que fueron ocho leones de la Metro. Me trataron siempre como una reina. Pero nunca me casé. ¿Si amé a los ocho? No soy de enamorarme con facilidad. Siempre me dejé llevar por impulsos salvajes, una cosa muy sexual. Para mí, el sexo es lo más importante, es el 70 por ciento de una pareja, y nunca tuve quejas al respecto”.
SILVIA PEYROU. “Siempre tuve códigos. Lo que hice o no, terminaba en las sábanas. Hoy tengo amigos que me dicen que tienen miedo de que los graben. Por eso, lo que dije de Cacho (Castaña; insinuó que su hijo era también de él) fue un exabrupto. No quiero volver al tema. En la obra hablo de algo que guardé siempre sobre la muerte de Juan Carlos Altavista”.
NAANIM TIMOYKO. “Cuando en el 2007 supe que tenía cáncer de mama, fue muy fuerte. Pasé por todos los estados de quien sufre esa enfermedad. Soporté quimio y el drama de andar sin pelo, sintiéndome mal. Trabajaba en una joyería y renuncié. Pero el cáncer nunca me llevó por delante. Al año siguiente me separé de Mateyko. Lo había planteado antes de la enfermedad, y él me acompañó, pero ya no era la persona que elegía”.
La nueva obra de José María Muscari que se estrenará el 19 de junio en el teatro Regina