“Silvia, dale al señor las cortinas del cuarto de Titi y del de Barbie, para que las coloque!”. Nazarena Vélez llegó el lunes 4 de madrugada desde La Pampa, donde estuvo de gira junto a Claribel Medina con Eramos tan amigas; despertó a su pareja, Gonzalo Gamarra, que dormía junto a su hijo Thiago; recibió a las 6.30 el llamado de su hija Barbie desde Ezeiza, recién arribada desde Europa junto a Federico Bal; y organiza los arreglos que se hacen en su casa.
Sonríe. “Ahora que pagué todo lo que debía, puedo empezar a ocuparme de mi hogar”. Después de batallar duro en medio del dolor, le quitó el filo a la espada que pendía sobre ella desde que su marido, Fabián Rodríguez, decidió quitarse la vida el 24 de marzo de 2014, agobiado por las deudas que ella ahora canceló.
–¿Cuándo terminaste de pagar todo?
–El último día de la temporada en Carlos Paz, al Negro (Pablo) Cava, dueño del teatro Del Sol. El me bancó mucho. “Al último que quiero que le pagues es a mí”, me había dicho. Fue con la plata que hice con la obra en el verano, además de presentaciones, eventos, lo que se te ocurra. Fui con Titi, con un bolsito y la plata adentro.
–¿Así, con billetes?
–Sí. Yo hablo mucho con Thiago. Le dije: “Este señor nos ayudó mucho a papá y a mí. Quiero que le des esto y le digas ‘gracias’”. Mi hijo se acercó al Negro, le dio el bolsito y le dijo: “Dice mi papá que gracias” (se emociona). Pensé que me moría... Si no existe algo en el más allá... No sé...
–Thiago, de alguna manera, percibió lo que pasaba?
–Sabe todo. Hoy llegué de La Pampa a la madrugada, lo desperté a besos y me preguntó: “¿Trabajaste mucho, má?”. Me parte el corazón irme, porque siempre laburé, pero antes, con Barbie o el Chino, había un papá con quien dejarlo. Pero tengo que juntar plata. Estaba en el fondo del mar, y ahora por lo menos estoy arriba de la lona, remándola. Tengo 41 y empecé a laburar a los 14. Di una vuelta en la vida y estoy empezando de cero otra vez.
–¿Fueron cuatro millones los que cancelaste?
–Un poco más.
–¿Por qué te hiciste cargo de todo, si eran deudas de Jaz Producciones y había otro socio (Mario Diturbide)?
–Porque era toda gente que conocía, o sabía que Fabián tenía trato con ellos. AADET (Asociación Argentina de Empresarios Teatrales), Asociación de Actores, dueños de teatros, gente que hacía la marquesina, productores, actores. Todos habían recibido cheques. Yo lo desconocía: siempre creí que estaba todo pago. Ese socio, quien manejaba la plata con Fabián, desapareció. Pero no tuve tiempo de madurar las cosas. A Fabián lo estafaron y había dos opciones: pagaba o no. Y dije: “Pago”. No me iba a hacer la investigadora privada.
–¿Te tuviste que desprender de muchas cosas para conseguir dinero?
–Sí, pero de ningún bien de Fabián, porque todavía no iniciamos la sucesión. Tengo la misma camioneta, chocada y todo. Vendí un montón de cosas que él me había regalado... Relojes suyos también. Sólo me quedé con las alianzas. Barbie, con mis sobrinas, armó un showroom y vendió mis carteras. No imagines nada demasiado espectacular –alguna Michael Kors de 300 dólares–. Me trajo plata para comprar la heladera y el microondas. El Chino, este verano, salió a volantear para la obra de teatro. Tengo hijos increíbles. En el acuerdo de paz con Daniel Agostini le dejé una casa con todo. Entonces, la nueva estaba vacía, sin muebles. Lo que ves es todo fruto de romperme el alma, conseguir canjes y gifts en redes sociales o trabajos gratis para hipermercados para sacar el sommier de los nenes, por ejemplo. Yo no tenía nada. Pero de lo que pagué, el 70 por ciento salió del laburo, y el 30 de cosas que vendí.
–Quizás la necesidad te dio un impulso que no esperabas.
–Tuve que salir o salir. Mirá: mientras yo estaba en Carlos Paz, acá me cortaron el gas. Debí elegir qué pagar: me quedaba sin gas allá o acá. Así que cuando volví, me duché con agua fría. Para bañar a Titi junté agua en un balde y la calenté un poco al sol. Acá por veinte días no se cortó el pasto. Me llamaron de la administración del barrio y me hice la boluda. Todo lo que fui juntando lo usé para pagar la deuda, y dejaba un poco para los gastos diarios: el súper, la obra social... Hay un cartelito donde escrachan a los que deben expensas. Dice: “Nazarena Dora Vélez, 15 lucas”. Con la gira voy a cancelar todo. Igual, lo veo, pienso “qué crota soy” y me río.
–¿Por qué?
–Es que antes, si debía expensas, aparecía el nombre del dueño anterior; desde que terminé de pagar la casa, dice el mío. La casa es mía. Le metí muchos ovarios a todo, y siento que cumplí con Fabi. En tres días él cumple 49 años, y hace poquito fueron los dos de su muerte. Con millones de errores, trato de hacer cer lo mejor posible lo último que me pidió, la crianza de Thiago, y lo que no me pidió: pagar las deudas.
–Ahora que pagaste todo, ¿no sentís que la vida te debe un poco a vos?
–No. A Thiago y a sus cuatro hermanos, sí. A mis viejos y mi familia, por lo de Jazmín, sí. Muchas veces me preguntaron si me quitaría la vida, y no, porque sé el dolor que causa. Hoy siento alivio.
–¿Ya podés proyectar?
–Se me hace difícil. Vivo el día a día. Me encantaría volver a tener mi productora. Amo ese trabajo.
–¿No es ponerte en una situación de riesgo otra vez?
–Lo que le pasó a Fabi no fue por Jaz. En dos años hicimos una de las productoras más fuertes del país. Después de Stravaganza éramos lo que mejor andaba. No fue la producción.
–¿Qué fue? ¿Una estafa?
–Con la plata de la productora quiso hacer un gran negocio y lo estafaron. Le vendieron algo que no era. En algún momento lo hablaré con él y me va a decir todo tal cual.
–¿Con quién?
–Con Fabián. Estoy segura de que nos volveremos a encontrar.
–¿Entonces no sabés con total certeza qué sucedió?
–Cien por ciento, no. Pero, ¿sabés? No me quiero llenar de odio, y si sé quién estafó a Fabi sería capaz de una locura. Entonces prefiero no saber. Lo de Jazmín fue un accidente de tránsito, pero pasaron nueve años y no conozco ni quiero el nombre del pibe que manejaba. Pero sé que fue un accidente. Si la hubieran asesinado sería otro cuento.
–¿Sentís que a Fabián lo asesinaron?
–Sí. Lo empujaron a hacer lo que hizo, lo llevaron a lo peor. Pero no puedo vivir en una película. Tengo tres hijos y debo seguir adelante.
Nazarena en su casa del barrio cerrado La Damasia. A corazón abierto, dice que debe 15 mil pesos de expensas, pero que “después de lo que pasé, me río. Con la obra de teatro voy a pagar eso también”. Después del infierno, el sol empieza a salir para ella.
En la última temporada de Villa Carlos Paz que compartió junto a Fabián Rodríguez, el hijo de ambos, Thiago, y Barbie Vélez. Hoy, lejos de esos momentos felices, ella le torció el brazo a su destino y pagó más de cuatro millones de pesos de deudas.