Llegó a Buenos Aires a los 23 años, sólo con una valija y 5.000 pesos en el bolsillo. La vida no le fue nada fácil a Natalia Chamorro (27). El proceso de adaptación se le hizo difícil, pero se entregó con perseverancia para lograr lo que quería: “Trabajo desde los 16 años. Vengo de una familia humilde. Alcanzaba para la comida y la educación: lo demás lo tenía que conseguir yo. Pasé por barras de boliches y negocios de ropa, fui moza, promotora y estudiaba para maestra. Mientras hacía las prácticas falleció mi mamá. Me empecé a preguntar qué camino seguir, porque no estaba contenta. Y surgió una posibilidad de ir a Pinamar para hacer promociones. Después me ofrecieron trabajo como promotora de automovilismo y es así como decidí vivir en Buenos Aires. La realidad es que al principio fue durísimo: no tenía amigos ni conocía a nadie para compartir un mate o una charla. Lloré muchísimas noches”, cuenta Natalia, y se emociona al recordarlo.
Se crió en Santo Tomé, a cuatro kilómetros de la capital santafesina, en una casa donde hacía travesuras junto a sus dos hermanas. Desde febrero pertenece al staff de Multitalent Agency y la vida le cambió por completo.
–¿Cuándo comenzó tu pasión por el modelaje?
–Desde chica siempre dije que iba a ser modelo y jugaba a ser Susana Giménez: me ponía pelucas, me pintaba y desfilaba. Nadie me apoyó, no sé si por mis condiciones sociales, pero dentro mío siempre supe que iba a lograrlo. Ya hice desfiles para Benito Fernández, Laurencio Adot y muchos más.
–¿Cómo te llegó la oportunidad de concursar por Miss Universo?
–Yo no era de ver mucha tele, pero justo ese día estaba mirando una película en TNT y me enteré del concurso. Entonces mandé las fotos por Internet y quedé preseleccionada. Llegué a estar entre las 16 finalistas de Miss Universo Argentina, y eso me abrió muchas puertas.
–¿Hace mucho que estás de novia?
–Con Luciano (Nieves, de 31 años) estamos juntos desde hace un año y medio. Nos conocimos en una fiesta que hizo el Pocho Lavezzi en su casa; ellos son amigos. Aunque esa vez no pasó nada, me enamoré de él. Lo volví a cruzar tres veces más, hasta que una noche bailamos y nos besamos en Tequila. Desde ese día, nunca más nos separamos.
–Sé que estuviste filmando una publicidad en el exterior. Y que tuviste que viajar a Chile, Singapur y Tailandia. ¿Cómo viviste esa experiencia?
–Fue hermoso. Todo el equipo era súper profesional y había participado en películas como Zoolander. Ahora, el comercial de esa cadena hotelera se va a ver en todo el mundo y tengo un contrato de exclusividad con ellos.
–De no ser modelo, ¿a qué te hubieses dedicado?
–Me habría gustado estudiar geología con orientación en energías renovables, porque varios de los que llegaron a la Luna son geólogos. Siempre fantaseé con ser astronauta, aunque hoy en día me conformo con ir a la NASA y ver despegar un cohete.
Por Pablo Procopio.