Este 10 de octubre se cumple un año más del fallecimiento de Christopher Reeve: El mejor Superman de la historia se quedó tetrapléjico después de sufrir un grave accidente a lomos de un caballo, pero nunca se rindió y durante su convalecencia se creó una fundación en su nombre para financiar investigaciones para curar lesiones de la médula
Nacido el 25 de septiembre de 1952, Christopher Reeve se interesó en la actuación desde niño, pero por consejo de sus padres ingresó a la universidad. Sin descuidar su pasión por las artes escénicas, equilibró su interés en el teatro y sus estudios. Christopher Reeve empezó a destacarse en el teatro, tras lo cual se enteró de la disponibilidad del rol protagónico en “Superman”. Tras algo de insistencia, consigue el rol y la cinta ve la luz en 1978. Desde ese día la vida del actor no fue la misma.
Con tres secuelas de calidad diversa, así como otras cintas donde intentó librarse de la sombra del Hombre de Acero. En 1995, luego de haber aprendido a montar a caballo para la película “Anna Karenina”; Christopher Reeve empezó a participar en exhibiciones. Pero un día el caballo empezó a mostrar una conducta complicada.
Ese día era el 27 de mayo de 1995. Reeve tuvo una severa caída del caballo que lo dejó con una severa lesión en la espina dorsal, al punto de que su cerebro y el resto de su cuerpo no estaban conectados. El pronóstico decía no solo que jamás volvería a caminar, sino que nunca volvería a mover una sola parte de su cuerpo. Pero Christopher Reeve desafió las expectativas. Con los años pudo mover un dedo e incluso se atrevió a ser operado para no depender de un respirador. Continuó su trabajo desde una silla de ruedas, y además de escribir dos autobiografías llegó a ser un activista para considerar a las personas con lesiones espinales. De hecho durante su convalecencia se creó una fundación en su nombre para financiar investigaciones para curar lesiones de la médula y mejorar la calidad de vida de los pacientes.
Christopher Reeve vivió nueve años más luego de la lesión. Él falleció el 10 de octubre del 2004 por la severa infección a una herida causada por el escaso movimiento en su día a día.