En una charla íntima con GENTE, Nicole cuenta cómo cambió la relación son su expareja.
La producción fotográfica de esta entrevista comenzó horas después de que Nicole se enterara –estando en el aire de Nosotros a la mañana (etrece)– de que el viaje de fin de semana que les había prometido a sus hijas no sería posible. “Las chicas se enloquecen por ir a cierto hotel de Punta del Este, y allá estaba todo listo para recibirnos”, contó al llegar.
“Horas antes, mis abogadas me avisan: ‘Ojo, porque parece que tu ex (Fabián Cubero) te revocó esos permisos’. Son permisos para viajar con las chicas que tengo desde siempre, porque las vacaciones de los futbolistas son siempre acotadas. Digo: ‘No puede ser. Si en febrero estuve con ellas también en Uruguay... ¿Cuál es el problema?’”, relató. “¡Venía de aguantar tantas...! Ésa fue la última gota para desestabilizarme por completo”.
–¿Aún esperás que se levante la revocación?
–Ese día traté de hablar. Le escribí de buena manera, en términos correctos: “Fijate en lo que estás haciendo. No me estás perjudicando a mí directamente, sino que estás quitándoles a las chicas una linda posibilidad”. Pero hasta que no firme el acuerdo... Porque estábamos por firmar un convenio de otras tantas cosas que tienen que ver con el día a día de las chicas, como horarios, gastos y demás. Él aduce que –con todo ya listo– yo me niego a firmarlo. No es verdad. Ese convenio fue armado por su abogado, claramente a su conveniencia. Con todo a su favor. El punto que citan como número uno y condicionante de todo lo demás tiene que ver con “la tercera persona”. Me exige que baje la cautelar (que evita que la pareja del padre de sus hijas exponga públicamente a las menores o se refiera a ella del mismo modo). Un punto, el único que pareciera importarle, que nada tiene que ver con la integridad y la vida de las chiquitas y podría tratarse por fuera del acuerdo formal entre dos padres separados. Entonces se da casi como una extorsión: si no levanto la cautelar a esa “tercera persona” no volveré a tener permiso para viajar con mis propias hijas. Algo que las afecta directamente. Su necesidad de sabotaje a mí y a mis planes le es más prioritario que la tranquilidad de sus propias hijas. A ellas no les es permitido disfrutar de lo que les gusta. No les es permitido ser felices.
–Hasta aquí, convencida y responsable, habías sido cautelosa sobre la información que les dabas a Indiana, Allegra y Sienna. Pero esta vez debías darles una explicación. ¿Cómo fue ese momento?
–Y... la desilusión fue difícil. Sus caritas, el “¡No, má! ¿Por qué? ¡Queremos ir!”, me estrujaron el corazón. Estoy cansada de vivir cubriendo al otro, de ver cómo acomodo la realidad para que ellas no sufran. Y lamentablemente, por primera vez tuve que decirles la verdad: “Su padre no las deja salir del país”.
–¿Cómo reaccionaron?–Se quedaron calladas. Ellas evitan tomar partido, ni yo quiero que lo hagan. Enseguida encontré un parche a la situación: “No se preocupen. Ya haremos el viaje en algún momento. Mientras tanto, les alquilé un mega inflable para que festejemos la llegada de la primavera con sus primos y amigos”. Se divirtieron todo el fin de semana.
–Hablabas de tus hijas y la toma de partido... ¿Percibís un cuidado especial por parte de ellas?
–Todo el tiempo, en especial con su silencio. Aunque les recalque constantemente: “Con mamá no debe haber secretos. Siempre entenderé cualquier comentario, sin enojarme jamás”. El otro día una de ellas, que miraba Instagram, de repente cerró todo. “¿Qué pasó?”, le pregunté. “Había un posteo de un programa de televisión en el que una chica hablaba de vos y preferí no verlo, má”, me respondió con un dejo de angustia. ¡Me dio una cosa...! Sienten incomodidad y no quiero que pierdan ese don de pureza, de cariño con todo el mundo, que tanto elogian sus maestras.
–¿Creés posible encontrar alivio en algún momento? Porque tu ex y vos ya son familia de por vida...
–Es exactamente lo que le planteé. Pero según él dejamos de ser familia el día en que decidí separarme. Tuvimos y tenemos dos conceptos muy distintos de la situación. Tomando eso como base, es y será muy difícil ponernos de acuerdo. Por eso determiné cambiar a mi abogado por otras profesionales. Esperanzada con que ellas sí puedan poner punto final y definitivo a tanta vuelta. No quiero ni puedo seguir viviendo así. Mi cuerpo y mi cabeza ya no aguantan más. Todo este proceso no es saludable para nadie
Fotos: Christian Beliera.