Fue un bautismo discreto, íntimo, tal como lo imaginaron los papás de Francesca, Daniel Scioli (61) y Gisela Berger (29). Y fue, también, la primera vez que el actual diputado nacional conoció a gran parte de la familia de su mujer: desde Córdoba llegaron sus hermanos, Ivana y Luciano, sus sobrinos Antonella e Ignacio y Susana, la abuela de la modelo.
La ceremonia tuvo lugar en la capilla del Salvador del Delta, ubicada en Dique Luján, a media cuadra de la escuela en la que Scioli vota desde que se mudó a esa zona, hace unos doce años. Quien impartió el sacramento fue el padre Antonio. A los costados de la niña, como es tradición, se ubicaron los padrinos.
Por el lado de Scioli, el elegido fue su hermano Nicolás. “Quería que fuera alguien joven”, confió. Berger escogió a su madre, Adriana, que estuvo con Heraldo, el papá de la modelo. Es ella la que se queda con la beba cada vez que los padres salen o hacen un viaje.
De la ceremonia fue parte Lorena (40), la hija mayor de Scioli, que también tiene dos hijos, Camila (5) y Felipe (1), sobrinos de Franchu –como le dicen a la homenajeada que el martes 23 tuvo otro festejo al cumplir un año–. “Gisela y Lorena se llevan muy bien –afirma Scioli–. Mientras me vea bien a mí, mi hija es feliz”.
En los bancos, unas treinta personas siguieron la ceremonia. También había amigos, como Nacha Guevara, el doctor Alfredo Cahe y Lautaro Mauro. Luego, todos se trasladaron hasta la casa de Villa La Ñata, junto al río. Scioli dispuso que la comida principal fuera pizza y asado.
Del resto se encargó su mujer. Gisela –que se enfundó en un audaz vestido de Natalia Antolín– planificó la decoración del quincho, los shows de payasos para los más chicos y la torta. Del festejo participó hasta un joven del barrio, que cantó folclore. La presencia de Nacha hizo que simularan un jurado como el del Bailando, incluido un cartel con un 1 como puntaje.
La pareja convive en La Ñata y un departamento en Palermo; atrás quedaron los desencuentros de los primeros tiempos. Berger hasta volvió a publicar una foto en Instagram después de más de un año: es una imagen suya de espaldas en La Ñata, con dos largas trenzas, que epigrafió con un “Gracias Lore” y remató con un corazón. “Está todo muy bien. Las cosas fueron madurando, fue un aprendizaje para los dos y hoy encontramos un equilibrio”, dice Scioli sobre la relación con su mujer.
Y acerca de ser papá a los 61, señala: “La vida cambia en forma permanente y te da sorpresas. La mía es como una telenovela. Soy abuelo de dos nietos, y ahora, otra vez, padre. Tener a Francesca nos llenó de alegría. Es maravilloso. El que me contaba siempre sobre lo increíble que era ser padre de grande era Carlos Rottemberg”.
¿Cómo es Francesca (llamada así por “mi empatía con todo lo italiano”), según Scioli? El papá infla el pecho: “Vivaracha, inquieta y muy linda… Es increíble seguir su evolución, ir al pediatra. De noche, duerme de un tirón en su cuarto. Y ya casi camina, además, la llevamos entre los dos. Tiene mucha fuerza”.
Por Hugo Martin
Fotos: Maximiliano Vernazza y Pepo Tantessio (Prensa D.S.)
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