"Es un muy, muy, muy buen verano...”, repite Nazarena Vélez (44). Y no importa que el domingo venga con lluvia, viento y frío, si puede cobijarse bajo el brazo de su nueva –y sorpresiva– pareja: el actor Santiago Caamaño (36 a punto de cumplir 37), su compañero en la obra Verdades mentirosas (teatro Enrique Carreras, con Beto César y Adriana Salgueiro, entre otros). Mientras caminan por el balneario Waikiki abundan los besos y las bromas. La actriz parece una adolescente enamorada. Para ser justos, ambos están en pleno burbujeo, y lo demuestran.
–Decís que es un buen verano, pero lo empezaste con peleas mediáticas.
Nazarena: Porque ese chico (se refiere a Fede Bal) me mandó lo de la restricción. Pero nada me importa menos que enfrentarme con él. Yo vine a pasarla bien con mis hijos Titi, Barbie y el Chyno. Estoy como en otra sintonía, quiero terminar el verano en paz.
–Pero, de yapa, estás enamorada, de novia...
N: ¡Es un montón todo eso!
–¿Ah, es un amigo con derechos?
N: No, es mi pareja. Pero decir “enamorada” o “de novia” me suena a mucho. Barbie tiene edad para estar de novia, no yo.
–¿Cuándo empezaron a salir?
N: De movida hubo onda, pero como compañeros. Al menos de mi lado... Me parece que él sí me quería dar (ríe).
–Al menos daba indicios: te dejaba chocolates y caramelos en el camarín, por ejemplo...
N: Me puse un kiosko, y Titi los vende en las plazas, acá... (ríe)
Santiago: Creo que nos mirábamos con cariño mutuamente, pero tranca, como que nos medíamos los dos. Aparte yo le tenía terror, jaja... Llegaba, hacía lo mío y me iba a mi casa. Y acá en Mar del Plata, ella fue muy sincera, como es siempre. Nos dijo que no iba a comer con el elenco porque estaba con su familia. Y yo pensaba “uh, ¿cuándo va a venir, que la quiero conocer un poquito más...?”. Entonces bajé a su camarín y me tomé el atrevimiento de invitarla a unas birras.
N: Fue así, tal cual como te lo dice. ¡Está re loco! Pero dije que sí, no lo iba a dejar pasar. ¡En mi vida me invitaron a tomar unas birras! ¿Sabés cómo fui...?
S: Eso fue exactamente el 7 de enero.
–¿Pasó algo esa primera noche?
S: Nada de nada. Tomamos esas birras, charlamos de la vida, la conocí y estuvo buenísimo.
–¿Se lo presentaste a Barbie, el Chyno y Thiago?
N: Ya los conoce, sí. La temporada precipita todo. No es lo mismo un mes acá en Mar del Plata que si él estuviera en su casa de Avellaneda y yo en la mía de San Fernando. Todo se vive intensamente. Es más: por esas cosas de la vida vinieron mis viejos y también lo presenté.
–¿Y vos a la familia de él?
N: A sus tíos, que son personas hermosas, que lo cuidaron desde chico y viven acá.
S: Yo no tengo hijos, mi familia son mis dos hermanos, Sergio y Mingo; y mis tíos Raúl y Betty, que son de Mar del Plata y los adoro.
–¿Y qué dice Titi de Santiago?
N: Y... estamos en problemas por momentos, jajaja... ¿Sabés qué? Cuando lo conoció como amigo le cayó súper bien. Ahora que somos más que amigos, ya empieza a poner sus peros. Igual, se encuentran y se matan de risa. Aunque después me hace escenas de celos. El problema va a ser cuando lleguemos a Buenos Aires.
–¿Cómo seguirá esta relación cuando termine la temporada?
N: Y... ¿la verdad? La re veo, si no, no me jugaría. Pero la vida me enseñó que las cosas son sólo por hoy. Paso a paso.
–¿Por dónde pasa tu enganche con Santiago?
N: Es sano, noble. Un pibe de barrio cien por ciento. Se parece a mí, que soy una india quilmeña. Es la primera vez que me encuentro con una persona con los pies tan sobre la tierra. Y tiene mucha pasión por lo que hace. Hay muchas cosas que me llaman la atención de él, más allá de los abdominales que la gente vio (ríe).
–¿Y vos eso también lo viste primero...?
N: (Irónica) ¡Capaz que no! Está divino, se parte. Antes decía que no me importaba, pero una vez que lo tenés decís “me gusta esto”. Hoy la gente me ve y me dice “cuántas sonrisas”...
–En un momento renegabas de eso. Sostenías que no ibas a volver a sentir nada, que tenías escondida la sexualidad...
N: Sí, pero volvió a despertar con Santiago, acá en Mar del Plata.
–Se llevan siete años. ¿Lo notan?
S: No, para nada, al contrario. Igual, no me fijo en la edad: me importa si conecto.
N: Yo sí me fijo. Y sé que es un borreguito, jajaja...
S: Pero bueno, jaja, yo remo bien en dulce de leche. Y le sigo robando sonrisas a Nazarena.
por Hugo Martin
fotos: Damian Casais, gentileza Arellano/Vecchio/Quijano e Instagram
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