A los 83 años, el ex odontólogo y femicida –que en 1992 mató a su esposa, a sus hijas y a su suegra– según los médicos podría estar atravesando una pre-demencia o principio de Alzheimer. Lo encontraron desnudo, delirando y pidiendo auxilio en el hotel donde residía. Estuvo en terapia intensiva en el hospital Eva Perón de San Martín donde le salvaron la vida.
Entre jadeos, delirando, balbuceando algunas palabras y gritos como pedido de auxilio, desnudo, tirado en el piso... Así encontró a Ricardo Barreda (83) uno de los encargados del hotel España –ubicado en pleno corazón de San Martín: avenida 25 de Mayo 2065–, donde residía el ex odontólogo y femicida. Literalmente estaba en riesgo, pero el empleado actuó tan rápido que le salvó la vida: llamó a la ambulancia y todo funcionó tan bien que fue trasladado de urgencia al hospital Eva Perón del mismo distrito, donde lo rescataron cuando estaba en una agonía que parecía inexorable. Allí permaneció unos días en terapia intensiva, hasta que se recuperó y pasó a una habitación común.
Una serie de profesionales médicos de excelencia analizan su complicada salud, ya que no podría seguir viviendo solo como hasta ahora. Primera referencia: al hotel España no podrá regresar, porque su propietario trasladó todas sus pertenencias a la sede del PAMI de la zona. Además, no desea alojarlo más, debido a que en los últimos tiempos la habitación emanaba olores nauseabundos. Mientras se pone en condiciones, en el nosocomio intentan resolver a qué geriátrico u hogar de ancianos de PAMI lo trasladan, trámite que se dificulta porque su Documento Nacional de Identidad no aparece. Su estado es realmente delicado. Los facultativos analizan que podría estar atravesando una pre-demencia o un principio de enfermedad de Alzheimer, alteración neurodegenerativa que se manifiesta en trastornos conductuales.
Barreda venía sufriendo situaciones similares, pero nunca tan extremas como ésta. Se había caído algunas veces en la calle, aunque salía poco, apenas a comer algo al mediodía, o al bar de la vuelta del hotel, donde para un grupo de hinchas de Chacarita, quienes lo protegen del acoso periodístico.
UN POCO DE HISTORIA. Hace casi veintisiete años, en la mañana del domingo 15 de noviembre de 1992, Barreda recorría los pasillos de su casona de la Calle 48, de La Plata, cuando se cruzó con su hija Cecilia, quien según él luego contaría habría susurrado: “Uuuyyy, parece que Conchita hoy se levantó temprano y se puso a trabajar”. Él dijo que no contestó la burla, pero que se quedó pensando... Iba camino a podar la parra, pero prefirió subir las escaleras rumbo a su cuarto, para cargar la escopeta española marca Víctor Sarrasqueta... Se encontró con su esposa, Gladys McDonald (57), la miró fijo y dos disparos fueron suficientes. Luego recargó y la víctima fue su hija Cecilia (24, abogada), que recibió tres tiros más. Adriana (26), su otra heredera, gritaba desesperada, y entonces la remató con otras dos municiones. Hasta que llegó el turno de su suegra, Elena Arreche (86), que apareció en camisón y recibió dos impactos más del vetusto rifle que ella misma le había traído como obsequio desde Europa en 1966.
De inmediato salió en busca de su amiga o amante, la vidente Mercedes “Pirucha” Gustavino. Le relató lo que acababa de hacer, pero ella no quiso escucharlo. Entonces visitó a Nilda Bono, otra de sus conquistas. Con ésta fueron a un hotel y a comer pizza. A la noche regresó a su hogar y desde allí llamó a la Policía, asegurando que había encontrado muerta a su familia. Dos días más tarde terminó confesando los crímenes. En el juicio fue condenado a reclusión perpetua y terminó detenido en la Unidad Penitenciaria Nº9 de La Plata, hasta que a principios de 2008 recibió el beneficio del arresto domiciliario, por buena conducta y por ser mayor de 70. En esos años se enamoró de Berta André, docente jubilada que visitaba ocasionalmente a un pariente y que el odontólogo se encargó de seducir. Gracias a ella salió de prisión, ya que era dueña de un departamento en Belgrano, donde terminaron conviviendo. En 2014 el juez Dalto calificó la relación entre ambos como de “peligro inminente”, a causa de que la mujer comenzó a padecer cierta debilidad mental –murió en julio de 2015–. A Barreda le revocaron entonces la domiciliaria y fue alojado en la cárcel de Olmos. En diciembre de ese año salió en libertad condicional y seis meses más tarde la Justicia dictaminó que su condena se había extinguido.
SILENCIO, HOSPITAL. Hoy comparte la habitación 318 del hospital Eva Perón. Se recupera después de haber perdido mucho peso, y no se quiere ir de allí porque se encuentra muy a gusto. A regañadientes acepta hablar con GENTE.
–¿Qué le pasó?
–No me sentí bien y me trajeron acá. Me tratan muy bien.
–Quienes lo encontraron dicen que no se murió de milagro.
–¿Ah, sí? Será así entonces...
–¿Lee la Biblia?
–No, acá no. ¿Por?
–Porque ahí tiene una.
–Sí, pero acá no tengo ganas.
–¿Reza?
–Sí.
–¿Por su familia, por sus hijas?
–Me resulta difícil recordar a mis hijas después de todo...
–¿Recuerda lo que hizo con ellas, con su esposa...?
–(Interrumpe) ¿Qué es esto? ¿Un interrogatorio policial? No tengo más ganas de hablar.
–¿Sabe que circula una estampa suya, y que hay hombres que pese a lo que usted hizo lo reivindican?
–No recuerdo... Ah sí, sí, la vi. Es una locura, están todos locos...