El exconductor de la versión brasileña de Playhouse Disney y actual protagonista de Nivis, amigos de otro mundo, la nueva serie que promueve la inclusión, se convirtió en el primer actor de la compañía multinacional en exponer su homosexualidad en 2015. Íntimo, revela su historia, desde el bullying que sufrió al crecer hasta la celebración de una vida sin prejuicios y con cuatro amores incondicionales.
Nació en San Pablo, Brasil y vive en Buenos Aires desde hace catorce años. Cuando estaba por cumplir veinticinco Vinicius Campos (39) se tomó tres meses de descanso para venir a la Argentina a aprender español. A los diez días de haber llegado conoció en un bar a Eduardo, ejecutivo de una empresa de telefonía, siete años mayor y aficionado a la escritura. Se enamoraron, se casaron y en 2015 adoptaron a tres hermanos: Milagros (16), Alfredo (15) y Pablo (13).
Hoy el ex conductor de Playhouse Disney Brasil (que aquí condujera Topa)– protagoniza la serie Nivis, amigos de otro mundo (Disney Junior), en la que por primera vez interpreta a un padre de familia: su realidad diaria y jamás “oculta ni disimulada” para la compañía. “Cuando me convertí en padre, comuniqué a los ejecutivos que publicaría las fotos en mis redes sociales”, contó. “Hace doce años que trabajo para ellos. En mi primer casting les comenté que soy gay y jamás me bajaron línea sobre silencio o discreción”, dice Vinicius. “El prejuicioso, tal vez, fui yo. Creía que a los padres de los televidentes podría generarles molestia, que me señalarían. Cuando fui papá no dejé de recibir abrazos de todo el mundo. Un papá de familia siempre será eso. Y Disney está acomodándose a los nuevos tipos de familia”.
Campos cuenta que durante mucho tiempo cargó en sus espaldas el peso del bullying. “Se me maltrataba por elegir jugar a cosas que supuestamente son de nenas. Pero lo que más me dolió fue atravesar mi adolescencia, cuando me costaba relacionarme con otras personas. Tan fuerte es el mandato social que nos inculcan desde niños que me negaba a asumir lo que sentía”, explica. Recordando aquellas épocas, habla de si existe temor respecto a que sus hijos sufran alguna consecuencia de sus decisiones. “Ésa era mi preocupación”, afirma. “Si querían traer a algún amigo a casa les decía: ‘Primero inviten a sus padres a cenar’. Era para dar chance de que nos conozcan como familia y evitar que el prejuicio los llevase a pensar que la casa era un desastre. Jamás pasó nada de eso, ni siquiera algo parecido. Ni en el colegio, ni el club de fútbol al que asisten. Siempre nos recibieron y trataron con mucho cariño”.
Vinicius habla de una familia con el inicio más amoroso. “Toda mi vida quise ser padre. Pero Edu no estaba convencido”, cuenta. “Cuando salió el matrimonio igualitario decidimos casarnos, y casi al mismo tiempo descubrimos el Programa de Referentes Afectivos, que invita a apadrinar a chicos en hogares, llevarlos de paseo, llamarlos por teléfono, darles individualidad. Y así empezamos. Fuimos los padrinos de tres hermanitos a quienes veíamos una vez por semana e invitábamos a pasar sábado y domingo en casa. Más adelante ya eran parte de nuestras vacaciones. Así pasamos cuatro años”, relata. “En medio de todo esto hicimos un pedido a la Justicia para adoptarlos. El programa, que por lo general no lo admite, hizo una excepción, porque los niños más grandes no suelen ser los más buscados”, dice con emoción. “Hoy somos una gran familia, feliz, que no encuentra un minuto para aburrirse”.
Fotos: Gentileza Fabián Morassut y álbum personal V.C.
